Rahaf es una valiente activista que se ha atrevido a relatar las humillaciones y palizas que sufrió en su país hasta que logró huir a Canadá gracias a la movilización que se hizo a su favor en la red social Twitter.
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Cuando veo El cuento de la criada siempre pienso que es la misma incomprensible historia que está ocurriendo en la mayor parte del mundo. El porcentaje de humanidad que es tolerante con la comunidad LGTB es reducido, un oasis entre estos 7000 millones de habitantes que somos. África, Rusia, China…millones de habitantes LGTB que siguen viviendo en la sombra. También dentro de Europa. También en América.
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Era el caso de Rahaf. Una joven sorprendentemente valiente que con 18 años, en diciembre de 2018, escapó sola de su familia y su país. Vivían en Ha´il, un territorio fuertemente sometido al islam más extremo. Planificó su huida estudiando foros secretos en internet, donde otros saudíes contaban cómo lo habían conseguido.
Fue en unas vacaciones familiares en Kuwait donde pudo robar a su familia su propio pasaporte y volar a Bangkok. Su padre tiene mucho poder (trabaja para la familia real saudí) y logró encontrarla y retenerla en una habitación de hotel, donde Rahaf pidió socorro a través de Twitter. Periodistas de varios países retuitearon su llamamiento y dieron la voz de alarma. Su padre, entre la espada y la pared, no tuvo muchas posibilidades. Y Canadá acudió en ayuda de Rahaf en calidad de refugiada.
Ahora publica “Rebelde” -Editorial Península-, un libro desgarrador sobre su vida antes de su huida, víctima de varias humillaciones y violaciones, aun siendo parte de una familia adinerada del país.
Cuando en la escuela vieron a Rahaf besar a una chica, le pusieron varias veces un vídeo de personas homosexuales quemadas vivas. Ese fue solo el principio del infierno. A los 7 años comprendió que por nacer mujer no tenía ni tendría libertad. No le estaba permitido levantar la voz, jugar, ni montar en bicicleta.
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Una historia fascinante, dura pero imprescindible, porque si no conocemos la historia no dejaremos de reproducirla.
