Mi historia de amor: “Toda la vida con hombres hasta que llegó ella y lo cambió todo”

Tengo 39 años, realmente casi 40, me faltan un par de meses, pero aún no, así que no adelantemos los acontecimientos.

Este año he conocido a mi chica, mi tesoro, mi inspiración y una total e indiscutible ayuda para todo. La primera relación seria la tuve a los 19 años, mi segunda relación importante es esta, que trajo a este mundo a mi princesa y hubo algunas más, pero eso sí, todas sin excepción con hombres.

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Hasta que llegó ella y puso mi mundo patas arriba, ya nada era tal como pensaba, o era lo “normal” y lo “habitual” en mi vida. Ha sido un “de repente”, un “por qué no”, un “quiero saber”, un “me encanta”. “De perdidos al río”, pensé.

Vivimos en el mismo pueblo costero, nos habíamos cruzado en más de una ocasión, pero yo nunca sospeché nada. Y llegó el día. Me habló por una red social (luego me enteré que lo tenía planeado desde la primera vez que me vio
comprando ensaimadas para desayunar) y fui valiente, muy valiente de decirle: “Ven a verme en 15 minutos”. Y apareció, tan guapa, tan ilusionada y curiosa como yo, sus ojos y su sonrisa me lo dijeron todo, me enamoraron a primera vista.

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En ese momento me di cuenta que no podía dejarla escapar, que ahora valía la pena todo, que lo que sentí no se podía desperdiciar. El primer beso… bueno, cómo si la hubiera estado besando toda la vida, pero es otra historia. Puede que me atreva a contárosla en otra ocasión.

Bueno, podría hablar horas y horas, pero lo importante que desde ese día todo obtuvo sentido, todo se puso en su lugar. ¡EUREKA! Me he enamorado de una mujer.

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Yo, que siempre he tenido montones de hombres ansiosos de mi compañía, yo que nunca en mi vida pensaba ni siquiera en la remota posibilidad de tener una relación lésbica. Allí estaba rompiendo esquemas y reinventando mi futuro. Y feliz.

Mi novia, mi prometida, mi vida me ha aparecido de repente… El tiempo dirá, la vida es impredecible, pero a la vez sorprendente y sabia. Creed en las señales, abrid los ojos a la vida y no dejéis pasar las oportunidades que se presentan. 

Por Olga Zhukovskaya

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