Me voy a vivir a un pueblo. ¿Me vuelvo invisible?

Este mes nos acercamos de la mano de Esperanza Moreno, artista, activista lesbiana, y diseñadora, a espacios rurales del sur de España. Esperanza, ha vivido y estudiado en Valencia durante más de una década. Ahora, ha decidido volver al Sur e iniciar una nueva etapa…

Hace mes y medio regresé al Sur, casi quince años después de marchar de la casa materna. En el último periodo he vivido transfronteriza, he VISTO, así, con mayúsculas. En cuestión de cinco años he viajado de la representación de la sexualidad lesbiana a la postpornografía, de la intuición de género a la conciencia crítica plena, feminista, bollera, y por fases, radical. He amado mucho y he sufrido también, he DESEADO, con mayúsculas de nuevo, he conocido mi CUERPO, deconstruido ojos y boca, coño, sesera y esternón. Vida frenética, hiperactiva, infinita, sexualizada y putificada, y ahora…

He vuelto al Sur. Y no a mi ciudad, sino a un pueblo, un pueblo de montaña, con su río y sus valles, las gallinas de L, los tapines* de A, el pan moreno y la manteca colorá. Con sus abuelas tras las cortinas, sus abuelos en las sombritas, los guiris y sus cámaras de fotos, sus perros callejeros, gatos salvajes y miseria. Mucha miseria de capital, aunque abundancia en economía primaria. Este lugar está repleto de historias, y en mes y medio puedo confirmar que he encontrado a dos especímenes afines: dos lesbianas ¡oh, sí!, y del mismo corte generacional que yo. Todo un descubrimiento, aunque ellas aún no saben nada de mí, al menos por mi boca, porque a pesar de todo, de quién he sido, de dónde procedo, de cuánto he vivido, de mi Visibilidad Absoluta, he vuelto al armario. Por instinto, por supervivencia.

Son muchos los armarios de los que salimos en nuestras vidas, porque no es una sola discriminación la que se sufre, y desde la interseccionalidad de nuestros cuerpos abyectos no tenemos más remedio que visibilizar nuestras multiplicidades y nuestros deseos para crear el Ser posible, pero eso llegará, poco a poco. Por ahora, ya he contado a mi primera amiga del pueblo, M, que soy lesbiana. Sin embargo, ni se me ha ocurrido mencionar que soy feminista, el estigma identitario es aún mayor. Para mi gente de la ciudad donde nací, y a la que regreso cada fin de semana ―ahora sólo me separan medio centenar de kilómetros―, sí que soy lesbiana, y feminista, pero jamás se me ocurriría contar que he hecho postporno, que me he autodenominado puta, monstrua o bruja. De igual manera, en el contexto transfeminista-pornopunk-anarkoqueer, no confesaba que, en este lugar, donde nací, vivo en el barrio pijo, o que mis padres me mantuvieron hasta que acabé mi primer máster universitario.

He llegado con ganas de compartir, de exprimir la esponja que he sido, de transmitir, transgredir y deconstruir cimientos, y lo hago con actitud positiva, dispuesta a ser feliz, a tener calidad de vida, a que el tiempo dure lo que dura el tiempo. La verdad es que en estos días estoy contenta pues he comenzado a tirar del hilo afín; emocionada porque esta tarde asistiré a un taller de Equiláteras sobre cuerpo y sexualidad a través de la danza, porque el sábado conocí a otras cuantas monstruas en la sede de AEGI, y porque paso a paso, puerta a puerta, voy sintiéndome más YO.

Quién sabe lo que aún debe ocurrir…


*Tapín: calabacín en este lugar concreto del sur rural

 

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9 comentarios en “Me voy a vivir a un pueblo. ¿Me vuelvo invisible?”

  1. Hola! Quiero auto-complementarme, para mí es importante el pie de foto, que decía así:
    “Yo en el pueblo siendo Yo –aún dentro de casa- con mis bragas “Battonz”, regalo de despedida de las ArmsIdea”.
    Gracias por publicar, saludos!

  2. mi novia siempre ha vivido en un pueblo hasta que nos fuimos a vivir juntas y se nota…se nota por el tema del armario…yo viví con ella en un pueblo de cantabria y debido a verme obligada por supervivencia también a entrar en el armario no duré mas de 1 mes, tuve que volver a mi madrid natal y diverso, no quiero armarios!!

  3. En los pueblos no es ni más dificil ni más fácil. Simplemente, no están acostumbrados a verlos, y no están acostumbrados porque seguimos estigmatizándonos a nosotras mismas, como se van a acostumbrar si nosotras mismas nos escondemos, nos armarizamos y llevamos nuestra orientación sexual como si fuese un tabú, algo prohíbido o algo malo. La gente te va a criticar siempre, y más en los pueblos, sino es por una cosa, será por otra, por llevar gafas de pasta, por vestir de una forma u otra, porque eres hija de tal, porque has perdido peso y te llaman anoréxica, etc. Se inventarán chismes y chascarrillos. Al menos, que te critiquen por ser tú, porque siendo otra cosa que no eres, igual te van a criticar. Puedo asegurar, que cuando lo llevas de forma natural, al final, tarde o temprano se acostumbran. Les cuesta acostumbrarse, como cuando alguien prueba una comida nueva por primera vez, hay sorpresa, rechazo y al final, después de verlo varias veces, hasta te gusta. Pues igual.

  4. yo soy de un pueblo no muy grande y es muy duro. es diferente si vienes de fuera y te asientas alli, te aceptan mejor. pero si has crecido en el pueblo, siempre seras las tortillera, y te señalaran con el dedo, y eso a veces es duro, sobre todo en un ambiente tan bruto como es un pueblo.

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