La nuestra es una familia numerosa. Mi mujer y yo, nuestras dos niñas y nuestros tres gatos. Esto hace que nunca estés sola en casa, en cada habitación a la que vas, siempre hay alguien.
Lucía y Noa tienen 4 años y 18 meses. Las dos nacieron por inseminación artificial y de las dos me embaracé yo. Nuestro plan original era embarazarnos una y una, pero cuando en la clínica Vida Fertility nos midieron la fertilidad, la de mi mujer era muy bajita, a pesar de sus 37 tenía una fertilidad de una mujer de 45. La mía estaba incluso mejor de lo esperable para mis 35 años.
La inseminación artificial con semen de donante es el tratamiento más fácil, más económico, y puedes, si quieres, hacerlo con o sin hormonas. Lucía fue un embarazo a la primera. Solo tuvimos que ir en mi día de ovulación, me introdujeron una cánula con la muestra de esperma, y ya está. Nunca nos imaginamos que sería tan sencillo.
Para el embarazo de Noa le dimos muchas vueltas. ¿Intentaba mi mujer o seguía yo? Con ella la IAD no sería viable, tendríamos que meternos en un tratamiento más largo y más caro. Pero la decisión la tomó ella: “no necesito un embarazo para ser madre, sigamos contigo que es lo mejor”. Y así fue como llegó nuestra segunda bebota.
¿Es la IAD para todas? No. Héctor Izquierdo, un maravilloso ginecólogo de Vida Fertility, que además es papá gay, me responde: “La inseminación artificial o intrauterina se aconseja en pacientes en las que sepamos que una ovulación está ocurriendo, y en las que hemos descartado a ciencia cierta una obstrucción de las trompas uterinas. Las pacientes tienen que tener un muy buen pronóstico general de fertilidad con una buena reserva ovárica también”.
Es verdad que aunque es el tratamiento más sencillo y más económico, es también el que menos porcentaje de éxito tiene. “En los mejores centros entre el 10-15%. Es un porcentaje bajo comparando con otro tratamiento porque el éxito de esta técnica parte de muchos supuestos no probables o no controlados por el médico o el laboratorio. Entendemos que la ovulación ha ocurrido, que se trata de un óvulo de buena calidad, que el óvulo ha sido llevado a la trompa, que los espermatozoides han alcanzado el ovulo, que estos también lo han fecundado y que ha llegado al útero para implantarse. Todos estos pasos de un tratamiento no lo podemos saber a ciencia cierta en una inseminación. Solo sabemos si ha funcionado o no con el test de embarazo”, nos comenta Héctor.
A la hora de realizar un tratamiento, es importante medirse la fertilidad, la información es poder y nos ayuda a tomar mejores decisiones, para nuestro cuerpo y nuestro bolsillo.
Hay casos donde quizás si hay una buena reserva ovárica pero una endometriosis o un síndrome del ovario poliquístico. ¿Es viable una inseminación artificial?
“Ambas son situaciones que hacen la inseminación un procedimiento más complicado de llevar a cabo. No imposible, pero más complicado. Porque dificultan dos factores de indicación de una IAD. El síndrome de ovario poliquístico por una ovulación muy poco predecible, a veces inexistente. En el caso de endometriosis, habrá primero que comprobar que no obstruye las trompas. Si son permeables, no sería una contraindicación”.
El doctor Izquierdo nos advierte que el número de intentos a realizar es siempre decisión de la pareja, pero que él no aconseja hacer más de tres.
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