Tu ex se ha ido con otra, te han recortado el salario, vas a pasar el día en el campo y llueve… ¿Me vas a decir que estas cosas se arreglan con una sonrisa? Ojalá. Las cosas suceden y, en muchos casos, lamentablemente poco podemos hacer para evitarlas. Donde sí podemos hacer, y mucho, es en nuestra capacidad para adaptarnos a ellas. Y ahí es donde la sonrisa, tu sonrisa, juega un gran papel.
Son ya muchos los estudios e investigaciones que defienden esta tesis.
Uno de los más recientes es el de dos investigadoras [1] de la Universidad de Kansas, Tara Kraft y Sarah Pressman, cuyos resultados sugieren que sonreír reduce nuestro estrés y ritmo cardíaco.
Las investigadoras reclutaron a 169 participantes y los dividieron en tres grupos a los que les solicitaron que adoptaran diferentes expresiones faciales: neutra, sonrisa forzada por unos palillos y espontánea/natural, mientras les obligaron a realizar varias tareas estresantes. Después, midieron la frecuencia cardíaca de cada uno.
Comparados con los participantes que mantuvieron una expresión facial neutra, aquellos que sonrieron redujeron la frecuencia cardíaca después de recuperarse de las actividades estresantes. Estos hallazgos muestran que la sonrisa ayuda a reducir la respuesta del cuerpo al estrés.
Lo curioso de este experimento es que tanto los que sonrieron de manera forzada como los que lo hicieron de forma espontánea/natural lograron los mismos beneficios. Es decir, la sonrisa tiene efectos positivos sobre nuestro cuerpo ¡incluso aunque sea fingida!
Tan convencidos de ello están en Japón que, con el fin de que las personas dibujen en su cara una sonrisa, han diseñado un frigorífico que sólo se abre si le sonríes [2].
Los efectos positivos de la sonrisa no se limitan a mejorar ciertos aspectos de nuestro cuerpo, sino que también inciden sobre el estado de ánimo, elevándolo. Lo que nos puede llevar a considerar como cierta aquella afirmación del psicólogo William James de que “sonreímos porque estamos alegres pero también puede darse que estemos alegres porque sonreímos”. La relación entre sonrisa y bienestar es bidireccional.
Incluso una investigación de 2010 en la Universidad Wayne State [3] se aventura a establecer una relación entre la sonrisa y la longevidad de una persona sosteniendo que quienes sonríen viven más. En concreto, aproximadamente siete años. En dicha investigación, se analizaron las fotos en las fichas de jugadores de béisbol de antes de 1950. Los jugadores que no sonreían vivieron un promedio de 72,9 años mientras que los jugadores con sonrisas radiantes vivieron una media de casi 80 años.
Y un apunte más en relación con los que nos rodean: la sonrisa tiene un efecto contagioso. Si tú sonríes a alguien posiblemente esa persona, por mimetismo, sonría también y resulte así beneficiada de los efectos positivos de este gesto. Por tanto, sonreír a quienes nos rodean es una potente y sencilla forma de contribuir a su bienestar y ayudarles a sentirse mejor.
Así que ya sabéis: utilizad esta poderosa arma, pues quizá la próxima chica a la que sonriáis sea la mujer de vuestros sueños.
¡Ah! Y una última bondad de la sonrisa, muy apreciada en estos tiempos que corren: es gratis.
Ahora, jugamos al coaching:
– ¿A quién vas a sonreír hoy para que se contagie con tu sonrisa?
– Con el objetivo de sonreír cada día, ¿qué te hace sonreír a ti y cómo vas a fomentarlo?
[2] http://www.yorokobu.es/el-frigorifico-que-solo-se-abre-con-una-sonrisa/
Por Natalia Pérez Arango.
Dejo un comentario evidente: 🙂 🙂 🙂
[…] o ansioso, eso se reflejaría en su semblante. Es correcto, pero hay algo más. Los diferentes experimentos realizados han demostrado que, si tu realizas de forma forzada un gesto asociado a una emoción, el cerebro […]