No para todas es tan evidente darse cuenta de que se es lesbiana…
¿Os atreveríais a iniciar a una “falsa hetero” o a una posible lesbiana que sigue escondida en el armario? Nunca sabes a ciencia cierta si realmente es lesbiana y aún no se ha dado cuenta, o estamos “mareando” a una heterocuriosa. Creo que yo no sería capaz de “darle la vuelta” o mejor dicho ayudar a que se descubra. Dudo mucho que mi gayradar esté tan bien ajustado como para detectar el atisbo de interés por su parte.
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¿Vosotras que tal lo lleváis?
Pero voy a parar. Es un tema para dedicarle un artículo completo. Adelanto que lo tendréis más adelante, el nombre que se me ocurre es “Vuelta a la tortilla. ¿Un don, o un reto?”. Hoy hablaré de como lo vive “la hetera”, por ahora vamos a llamarla así.
Muchas de nosotras hemos estado en este lado. No todas hemos nacido con seguridad total de que somos lesbianas. Muchas y aquí me incluyo nos hemos dado cuenta de nuestras verdaderas preferencias en el transcurso de la vida. Y habíamos probado con hombres e incluso hemos sido felices. Bueno… “felices”.
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Y de repente llega EL DÍA.
Puede llegar acompañado de una preciosa mujer, o llegar solo. Lo importante es que ya está aquí reclamándote, mostrando eso que ansiabas conocer.
Tu mundo se pone patas arriba, se rompen todos los esquemas, se ponen en duda todas tus creencias y se anula tu total e indiscutible seguridad de tu forma de ser de ayer.
¿Os suena, curiosas?
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Seguro que sí. Y ahora os digo que ¡NO ES VERDAD! Es una explicación muy cómoda, pero ¡ES UNA MENTIRAAA!
No hay un “de repente”, no hay un “he decidido cambiar de acera”, no hay “ahora me gustan mujeres”.
No nos auto engañemos, curiosas. El interés y la atracción hacia las mujeres siempre ha estado allí.
¡Haced memoria! Aquel pico con una amiga, un abrazo algo más excitante de lo normal, el quedarte mirando con adoración a aquella mujer tan atractiva que pasaba, aquellos tonteos de besos y toqueteos que tuviste en aquel campamento, o de vacaciones.
La verdad es que nadie “se da la vuelta”, o “cambia de acera” de repente, ni porque lo ha decidido ahora, ni porque los hombres nos han hecho daño.
Lo que realmente hacemos es descubrirnos, darnos cuenta por fin de lo que queremos.
Simplemente nos gustan mujeres. Y ahora sí, nos espera el camino hacia nuestra felicidad, pero ante todo sin duda hay que pasar por varios etapas de crecimiento como lesbiana.
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Primero y muy importante es Etapa de aceptación. Ya no hay lugar a dudas, ya lo tienes claro. Después llega Etapa de investigación. Google y Youtube (y MíraLES) son tus mejores amigos. Ya has tenido algún acercamiento, o incluso has empezado tu primera relación lésbica.
Y luego hay mil caminos y escenarios de cómo se puede desarrollar todo. Cada una tiene el suyo.
Tú misma vas intuyendo y avanzando, probando, tropezando y, lo más importante, aprendiendo.
En muchos casos las etapas se mezclan, se desordenan, o tenemos que pasarlas casi a la vez. Ese es el caso cuando te descubriste gracias a que te ligó una lesbiana y “dio la vuelta a la tortilla”. Ya sabéis a lo que me refiero… Allí desde el día 1 vas creando una relación de pareja y te toca, ¡se siente!, aprender todo sobre la marcha.
Y allí nos acercamos a lo más temido por todas y cada una.
“Salir del armario”.…
Puff…. Vaya tarea! ¿Cómo hacerlo? ¿Qué pensarán? ¿Cómo se lo explico a mi familia? ¿Y si tengo hijos?
Incluso algunas aún están en el matrimonio y con hijos.
Ahora, espero que no os importe, me voy a permitir dar un consejo a las curiosas que están en esta situación concreta. Y que me perdonen sus maridos…
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Primero, estate segura que es tu camino y que estás dispuesta a luchar si llegara el caso (ojalá no).
Creo humildemente que antes de nada hay que gestionar la separación/el divorcio, arreglar los papeles y luego ¡Sal del armario!
Especialmente, creo, esto se podría aplicar a casos cuando hay niños por el medio. No te incito que mientas, eso nunca, solo que te asegures no tener más problemas de los que de por si van a surgir por el camino. Todo eso hay que hacer con el máximo respeto y pensando también en la gente que está implicada. Puede que no parezca justo, o parezca un engaño, pero sabemos que la sociedad aún es algo inflexible y tu, curiosa, te tienes que proteger. Por lo menos por si acaso.
En cualquier caso… ¡No des por hecho que tu gente se dará cuenta sola! Cuando estés preparada, lo tienes que decir tú. A la vez, hazles entender que sigues siendo la misma y este cambio no influye en vuestras relaciones.
Sé paciente y prepárate a responder a las “preguntas típicas”.
No te enfades, también es nuevo para ellos.
¡Recuerda! Tu entorno también tiene que atravesar el Etapa de Aceptación.
Por: Olga Zhukovskaya