Cómo después de seis intentos conseguimos convertirnos en madres

Solo quién lo ha padecido lo sabe. Lo que es iniciar un proceso de reproducción asistida con toda la ilusión, pensando que en un par de semanas te harás el test de embarazo y serás muy feliz porque ahí las dos rayitas indicarán que tu bebé ya está dentro de ti o de tu pareja. Pero no siempre es así. A veces el resultado es un negativo, un doloroso negativo tras otro.

Esta historia, la historia de cómo nos convertimos en mamás nos costó la alegría, mucho dinero, y casi nuestra relación.

tardeos de mirales 2025

Celia y yo estamos juntas desde los 27 ella y los 25 yo. Hace poco celebramos nuestro aniversario número 13.  Hemos pasado de todo, todas las crisis y todos los momentos maravillosos. Pero sin duda no estábamos preparadas para lo que era luchar contra los negativos de los test de embarazo.

Cuando nos conocimos no pensábamos en hijos, sino que en fiestas, viajar mucho y disfrutar. Ambas tenemos buenos trabajos, maravillosas familias y amigos. Las cosas nos iban bien. Sobre mis 35 y sus 37 decidimos que ya habíamos vivido tantas cosas, que nos queríamos y respetábamos más que nunca, así que estábamos preparadas para tener hijos.

La ilusión de Celia era embarazarse ella, y así lo hicimos. Fuimos a una clínica de fertilidad y Celia se hizo una inseminación. Estábamos tan seguras de que se había quedado, es más, ni siquiera nos planteábamos que podía no ocurrir. Incluso compramos un par de bodys muy bonitos y una mantita. Pero dos semanas después nos encontramos con el primer negativo. Fue un disgusto muy grande, pero nos animamos rápidamente. Al segundo intento lo conseguiríamos.

Y así hubo un segundo y un tercero. Y nada. Cada vez quedábamos peor. No entendíamos nada. Decidimos cambiar de clínica de fertilidad y Celia se sometió a una fecundación in vitro. Había más posibilidades así que otra vez volvimos a sentirnos llenas de esperanzas y a fantasear con nuestro amado y deseado bebé.

Otra vez negativo. Estábamos destrozadas. Celia se cogió una baja porque estaba tan triste que le costaba incluso estar con niños –es profe de peques-. Comenzamos a estar más irascibles, a discutir por tonterías.

En el quinto intento decidimos hacer un método Ropa. Que Celia se embarazara con mis óvulos. Al ser yo más joven, aunque sea por solo dos años, quizás lo conseguiríamos. Nos volvimos a llenar de esperanza y comenzamos a fantasear esta vez con más fuerza: nuestro bebé estaba cerca.

Tuve que someterme yo a una estimulación hormonal para que pudieran sacar mis óvulos. Pero cuando este quinto intento marcó otro negativo fue peor que nunca. Fue justo días antes de Navidad. Recuerdo que fue la peor navidad que hemos tenido. Tan triste. Celia no quería ni levantarse de la cama, comenzamos a distanciarnos. No sabíamos manejar esta infertilidad. Las emociones nos desbordaban.

VER: Lesbianas. ¿Dónde embarazarse en Madrid?

Una de nuestras amigas se embarazó a su primer intento. La alegría se mezclaba con nuestro dolor. Pensamos que jamás lo lograríamos.

Nos tomamos unos meses de descanso y nos fuimos de vacaciones a una bonita playa gallega para poder desconectar y reencontrarnos. ¿Queríamos divorciarnos? No, nos queríamos mucho. Solo era un bache.

Pensamos en nuestras posibilidades. ¿Lo intentábamos una vez más? El coste emocional era demasiado alto. ¿Adopción o acogimiento? Sí, nos gustaba la idea. Nos informamos. Eran años de espera. Otra vez la frustración.

Decidimos intentarlo una vez más. Pero la última vez. Por un lado ya no teníamos más ahorros, nos prestaron nuestros familiares. Por otro cada vez quedábamos peor.

Volvimos a cambiar de clínica. Esta vez nos fuimos a FIV Madrid. Y optamos por otro método Ropa. Mis óvulos en el útero de Celia.

Los días de espera fueron tan estresantes. Teníamos miedo, pero habíamos hecho una lista de actividades para relajarnos y no pensar. Spa, cenas con amigas, cine, bicicleta, piscina, senderismo.

Habíamos acordado que esperaríamos a hacernos la prueba en la clínica, pero Celia no pudo esperar. Esa mañana madrugó y se hizo el test en el baño mientras yo dormía. Cuando abrí un ojo no estaba ella a mi lado. En su almohada estaba el test positivo. ¡Por fin! Y una nota: “Nuestr@ hij@ y yo te esperamos en el salón para tener el mejor desayuno de nuestras vidas”.

No sabéis lo que lloré. Fui rápidamente al salón y ahí estaba Celia con café, zumo y magdalenas que había ido a comprar. Nos abrazamos, lloramos juntas. Habíamos sufrido tanto y por tanto tiempo. Y de pronto todo había valido la pena.

Sabemos que muchas parejas pasáis por esto, por las negativas, por el gran dolor. Nuestro consejo: no perdáis la esperanza. Cuando menos pensábamos que podríamos ser madres, el amor de nuestra vida llegó a llenarlo todo.

Comparte este artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio