Cuando una puerta se cierra, otra se abre… y a veces esa puerta se abre casi diez mil kilómetros más allá, distancia que separa Rusia de Australia, distancia que separa la lesbofobia de la libertad. Daria Kasatkina, una de las mejores tenistas del mundo (actualmente en el puesto 12 del ranking), ha tomado una decisión que va mucho más allá del deporte: dejar su nacionalidad rusa para convertirse en ciudadana australiana. ¿La razón? Poder vivir en paz siendo quien es: una mujer lesbiana, libre y sin miedo.
“Siendo lesbiana, si quiero ser yo misma, tenía que dar este paso”, dijo Daria, y con esa frase nos rompió (y sanó) el corazón al mismo tiempo. Porque quienes formamos parte del colectivo LGTBI sabemos que, aunque parezca increíble, todavía hay lugares donde amar a quien amas te puede costar tu libertad, tu carrera o incluso tu seguridad.
Rusia lleva años avanzando en la LGTBIfobia. Desde la ley que prohíbe hablar de homosexualidad, hasta catalogar al movimiento LGTBI como “extremista” y etiquetar a quienes lo apoyan como “terroristas”. Daria, que no ha vuelto a pisar Rusia desde hace más de dos años, cuando salió del armario, no solo es una activista por la visibilidad lésbica, también en contra de la guerra de Ucrania. Una doble valentía que no se perdona fácilmente en un régimen autoritario
Ahora, con pasaporte australiano en mano y la cabeza bien alta, competirá por primera vez bajo su nueva bandera en el torneo de Charleston. Ha elegido vivir en Melbourne, una ciudad donde se siente segura, querida y libre para compartir su vida con su novia, la patinadora estoniorusa Natalia Zabiako. Y eso, queridas, no tiene precio.
Su decisión refleja que ha seguido por el camino que tomó cuando salió del armario en 2022. “Estar en paz con una misma es lo más importante. Estoy muy orgullosa de mirarme al espejo y ver quién tengo delante”.
Nosotras también lo estamos, Daria.