Ser lesbiana en este pueblo y no morir en el intento. Capítulo IV

Esta última semana ha sido frenética. No sé por dónde empezar. A veces pienso que mi vida es de película, creo que nadie me creería si contara la verdad. La verosimilitud de las cosas que me pasan es comparable a algunas tradiciones de nuestra sociedad: tan increíble que parecen una broma.

Ha sido mi primera semana completa en este pueblo y por ahora sigo viva. No sé si mi integridad física peligra por uno o por varios frentes. No voy a negar que he dudado de mi preparación en algunos momentos. Lo he hablado con Germán, y todas las veces ha conseguido convencerme para que siga adelante. Debo tener paciencia, me dice. Qué sabrá él, si es más frío que un témpano de hielo y más insensible que un armario.

Por otro lado, no pongo en duda la buena voluntad de los habitantes de este pueblo, incluso pienso que son buena gente. Puede que necesiten más referentes homosexuales, eso es todo.

En la emisora todo iría de maravilla salvo por un detalle: mi jefa es muy atractiva y tiene un trato conmigo distinto al que tiene con los demás. He intentado analizar cada uno de sus gestos, sus palabras, el tono de su voz, y estoy cada día más convencida: cuando se dirige a mí lo hace de forma diferente. Puedo percibir una amabilidad sincera y fresca. Nunca le molestan mis preguntas, mis despistes, e incluso mis errores. Pero además conoce cosas de mí que no aparecen en el currículum. Cosas personales sobre mis gustos y aficiones, incluso mi pasado.

El lunes estuvo toda la mañana conmigo. Me acompañó durante el proceso de presentación del equipo y de los espacios que se me han asignado. Me explicó una por una mis funciones y compartimos el almuerzo mientras le contaba los detalles de mi primer fin de semana aquí. Podría decirse que Bárbara ha pensado que mi trabajo va a ser un poco más importante que el de una simple reportera.

—Te quiero a mi lado —cuando la escuché decir aquella frase no creí que hablara en un sentido tan literal—. Este será tu despacho, y esa puerta de ahí comunica con el mío.

Cada mañana me he levantado con la esperanza de poder controlar los movimientos de la jornada, sin embargo, cada tarde he vuelto a casa con la sensación de haber pasado todo el día montada en una rueda de hámster. Cuando el martes llegué a mi mesa en la emisora tenía una nota escrita a mano indicándome que fuera al despacho de Bárbara.

Tras su recibimiento, me preguntó por la tarta de arándanos y le confesé que era mi favorita. El brillo de sus ojos me hizo pensar que ya conocía esa información. A continuación dio un carpetazo sobre la mesa y me rogó que tomara asiento.

—Algo está pasando —clavó su mirada marina en mis ojos. Aguardé antes de hacer ningún comentario—. Trata de ser cauta y no confíes en nadie. Me ha llegado información de primera mano sobre un sucio asunto cerca del faro.

¡Bingo! Me sorprendió que la suerte me sonriera tan pronto, pero no quise hacerme ilusiones, y mucho menos mostrar cualquier expresión que pudiera delatarme.

—¿Cerca del faro, dices? ¿Qué tipo de asunto?

—Aún no lo sé —contestó Bárbara—. Pero no podemos perder ni un minuto, Paula te explicará cómo llegar. Pregunta a los vecinos por cualquier movimiento sospechoso, investiga a todas las personas que veas por los alrededores, incluso las que parezca que sólo anden merodeando. Anota todo lo que observes, cualquier tipo de información podría ayudar.

Faro Eley Grey Tras aquellas indicaciones, y sosteniendo el mapa que Paula, la ayudante de redacción, me había dibujado, salí del edificio en busca de pistas. Reprimí las ganas de llamar a Germán en un par de ocasiones, podría tratarse tan sólo de una falsa alarma. Sin embargo, una extraña sensación más poderosa que los presentimientos y más certera que los augurios ocupó mi pecho cuando, al girar la última esquina, apareció ante mí el blanco y poderoso faro. Traté de calmar el ritmo injustificado de mis pulsaciones a medida que me acercaba. Sin embargo, aún no era consciente de que con cada paso me estaba precipitando hacia la aventura más increíble de toda mi vida.

Eley Grey

Foto de portada: Luzilux

Ilustración: Daris Great

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8 comentarios en “Ser lesbiana en este pueblo y no morir en el intento. Capítulo IV”

  1. Buenas tardes Eley, espero cada semana con ganas el poder seguir leyendo tu relato. Se me hace muy larga la espera, pero luego merece la pena y es que cada vez estoy más enganchada en saber que ocurre, me dejas con la intriga y eso me encanta. un besito y que vaya bien.
    PD: sales muy guapa en la foto, me pareces súper sexy. ☺️

  2. Como dice IRIS87, se me hace muy larga la espera, pero, yo te sigo en distintos sitios y puedo deleitarme con tus escritos. Espero que sigas triunfando y tu lucha por la VISIBILIDAD y el trabajo bien hecho te acompañe. Que los dioses de cuiden. Salud

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