Epílogo
Volví a su cafetería durante varias semanas seguidas y me pasaba tardes enteras dándole vueltas con la cuchara a mi café espresso mientras esperaba que la que había sido mi mentora apareciera por la puerta. Incluso a veces, desviaba la mirada hacia el pasillo por el que tantas veces había pasado cargada de miedos y ansiosa por lo que estaba a punto de ocurrir.
Las tardes de los domingos las dedicaba a hojear libros de arte hasta que llegaba a las páginas en las que se hablaba de Frida Kahlo. Entonces las leía y las releía con nostalgia, como si de entre las frases que hablaban de la pintora mexicana fuera a encontrarme con alguna señal que me indicara cómo debía reanudar mi vida después aquellos últimos meses llenos de intensidad que me abrieron las puertas a un mundo desconocido.
El reportaje sobre BDSM en el que tanto me había volcado nunca llegó a publicarse. Lo terminé de escribir, lo imprimí, lo guardé en un cajón y borré todas las copias de mi ordenador, pues creía que cualquiera que lo leyera podría revivir los momentos de mi aprendizaje. Pero en realidad sólo yo tenía acceso a ello a través de mis recuerdos.
Cuando se fue no me preguntó qué sentía yo. Por eso nunca llegó a saber que la correspondía. Que cada caricia, cada beso, cada aliento contra mi piel estrechaba el lazo que nos unía desde el día en el que nos conocimos. La echo de menos y no creo que nunca desaparezca esa sensación de que hay un vacío.
Recuerdo que una vez Amanda me contó que en italiano no existe algo parecido a “te echo de menos”. Se dice “mi manchi”, que significa “me faltas”. Es decir, “faltas en mí”. Mi manchi, Lady Amanda.
Cada día se me hacía más complicado despertarme sola y no pensar en lo que había pasado la madrugada anterior. No volver a recorrer mis pasos mentalmente y recordar hasta el detalle más insignificante…
Durante ese tiempo me mantenía de los ahorros que había conseguido juntar hasta la fecha y sólo salía para ir a la cafetería o a comprar. Tenía demasiadas cosas en las que pensar.
Sin embargo, una llamada —o lo que vino después— me hizo darme cuenta de que no servía de nada darle vueltas a una situación que ya no podría cambiar. El teléfono sonó una vez y lo ignoré porque estaba en la ducha. Pero quien fuera que me estaba llamando parecía tener prisa y volvió a llamar hasta que salí envuelta en mi albornoz, dejando un rastro de agua por el suelo y contesté.
Conocía perfectamente esa voz aterciopelada. Logró calmar mis pensamientos en los pocos segundos que duró la llamada. Tan sólo dijo cuatro palabras: “Estoy yendo a tu casa”.
—Arlette.
Thais Duthie
Madre mia!!! Thais, me vas a matar con esos giros inesperados quiero más.. necesito más.
Por favor dime que habrá más, esta excelente.. Me encantaría leer mas. Y por cierto felicidades por el sitio, realmente es útil e interesante.
Thais no seas mala, que por favor Noe y Lady Amanda queden juntas.
Esto termina en boda. …
Uuufff quiero mas …..
OMG!! Dinos que publicaras esta semana el siguiente capitulo!! y no la otra semana!! y si puede ser que termine en boda pero lo que amo de cada historia que leo es la trayectoria que tiene!! Y esta historia ha acaparado toda mi atencion!!
Y ya… ese es el final
Realmente excelente. Maravillosa. He quedado cautivada desde el principio al final y, sinceramente (y aunque algunos no estén de acuerdo), creo que no habría podido acabar de mejor manera. De diez.
Me he convertido en tu más fiel lectora Thais Duthie y déjame decirte que eres fascinante, tienen una magnífica prosa con la cuál no lográs pasar indiferente eres una mujer alucinante… ¿Nos brindará el privilegio de conocer su reportaje sobre BDSM o nos mantendrá en ascuas? -Lo nombras en diversos textos que he leído y dejaste en mí la curiosidad.