“No es mi amiga, es mi novia”, sobrevivir al acoso machista

Fuiste simpático y dijiste “Que linda ella, ¿Como se llama?”. Solo te di su nombre y sonreí. Le coqueteaste un rato y te dijo que no estaba interesada porque andaba con su novia. Te hiciste el desentendido y continuaste con tu cortejo; ella insistió amablemente en que yo no era su amiga, si no que su novia y te hizo a un costado.

Un par de canciones y otro par de vasos antes de volver a intentarlo. Probablemente por culpa del exceso de copas, tu estampa galante te convirtió en cargante y cada vez más gente notó tus intenciones con mi novia.

Decidí ignorarte, ella es tan buena gente que después de un rato volvió a darte una oportunidad para conversar. Volviste a referirte a mi como “su amiga”, quizás porque no entendías como no te iba a salir la jugada si con tu traje de Ragnar Lodbrok nada era imposible.

Te diste cuenta de mi enfado y tu heteronormatividad te hizo buscar en mi a un colega; como si nada me abrazaste a lo macho – y mientras mucha saliva salía de tu boca y llegaba en cámara lenta a mi cara – me dijiste, con toda tu buena onda, que no querías faltarme el respeto, que no ibas a molestar más y que dejarías a “mi amiga” tranquila.

Nuevamente nos invisibilizaste; te sientes con el derecho a ningunear nuestro amor, pero no te culpo, lo haces desde tu ignorancia y la falta de educación que tienes respecto a la diversidad sexual. Después de que ya más de tres veces te hemos corregido y te dijimos que no somos amigas, si no que NOVIAS, tu homofobia no te permite verbalizarlo. Quizás nos toleras, pero no nos respetas y seguro que ni si quiera entiendes bien porque la comunidad LGBTI hace tanto ruido cuando pasan cosas como la del pastor soto o del bus transfóbico que ha sido pauta todo el día en los noticiarios. Paradójicamente – a la misma hora – en Santiago se terminaban de preparar los detalles para lo que sería el último día de la “Semana de la Visibilidad Lésbica“.

La cosa se puso fea.

Avanzó la noche y ya ninguna te tenía paciencia, así que cada vez que te acercaste nos alejamos, hasta que colmaste la paciencia de un 3ro. El llevaba un buen rato mirando la situación, preocupado por nosotras y lo agotaste. Un poco de machismo, algo de alcohol y mucho de cariño y lealtad fueron suficiente para que se acercara con toda su testosterona a pedirte que dejaras de molestarnos. Y sacaste tu hacha. Yo te encontré ridículo; el cumpleañero, que sabía que el hacha no era de juguete, se preocupó: te tuvo que llevar al baño y quitarte aquel detalle importante de tu disfraz; te escucharon decir en el baño que te teníamos caliente y luego teníamos a todo el team mulchén cuidando nuestras espaldas.

Mulchén es un lugar que jamás imaginé conocer. Mulchén es el por qué vivimos hoy en una ciudad que no logró enamorarme y de donde quiero partir pronto. Mulchén es el lugar donde mi novia esta dando sus primeros pasos como profesional. Mulchén es el pueblo escogido por los creativos de las raras tocatas pencas para la canción de Britney.

Pero este fin de semana MULCHÉN fue el escudo humano que nos protegió de tu nuevo acecho, el de un borracho (con muy buen gusto) que estuvo dispuesto a amenazar a otro con un hacha, porque no fue capaz de entender que somos mujeres, lesbianas y felices, y que no queríamos su compañía. No se si esa defensa era necesaria, la situación nunca alcanzó a ser peligrosa, pero se sintió esa energía y esa disposición, se agradece.

Te tuvieron que llevar al auto, prohibido que entraras nuevamente. El cumpleañero, tu amigo, perdiéndose su propia fiesta porque tu estabas dando jugo. Paso mucho rato antes de que entraras nuevamente, duro como roca, directo al baño y luego a rellenar tu vaso. No quiero imaginar en que pudo terminar la noche si te hubieses cruzado con ella en esa ida al baño, o si nadie hubiese sabido que el hacha para caracterizar al protagonista de la serie del momento era de verdad.

Nos tenemos que ver

Espero que hayas llegado a tu casa, que si manejaste a pesar de lo borracho que estabas no hayas causado ningún accidente, no se si te acordaste al despertar de tu triste actuación la noche anterior, o si alguien te lo habrá contado. Imagino que nunca vas a leer esto, nunca te vas a enterar del miedo que me dio cuando nos íbamos yendo y te vi, sentado en el piloto del auto que estaba justo a la izquierda del mío. No le dije a nadie, espere que mi novia se despidiera dos o tres veces de los que quedaban, tomé fuerte su mano, llegamos al auto, nos subimos rápido y nos fuimos.

Seguramente no eres mal tipo; solo un zorrón más, que es rey en su pequeño mundo y que no había visto en su vida a una lesbiana tan tan guapa como mi novia. No conocías a una pareja de mujeres y, entre las copas y el ego, tuviste una mala noche.

Pero es por eso que nos tenemos que ver. Y ya no le hablo al borracho del fin de semana si no que a todas las lesbianas, bisexuales y trans; cada una tendrá sus tiempos y sus motivaciones para vivir su realidad escondida, dentro del armario o de manera “menos pública”. Pero creo de verdad, que nos tenemos que ver. Tenemos que existir. Tenemos que tomarnos las manos y pararnos en el mundo #SinMiedo.

Decidí compartir esta historia – a pesar de que le voy a generar un susto y un dolor de cabeza gigante a mi madre que ojalá me perdone, además la sigo sacando del armario – porque de verdad creo que esta lleno de muchachos bien educados y sin malas intenciones; que no saben como reaccionar cuando se encuentran con una lesbiana que no se parece a la caricatura que tienen en su cabeza. Y eso es solo porque ni él, ni muchos otros nos ven.

 

Por Javiera Court

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7 comentarios en ““No es mi amiga, es mi novia”, sobrevivir al acoso machista”

  1. Es algo tan común y normalizado. Sobre todo en el sur de Chile.

    Que para evitarlo por un tiempo cambié mi aparecía, buscando de esa forma que dejarán de molestar los borrachos y lo no tanto. Pero la verdad no resultó, ahora simplemente evitamos ese tipo de lugares.

  2. Me llegó como si lo hubiera vivido Yo! Lamentablemente suelen pasarnos ese tipo de cosas y terminamos naturalizandolas o casi ocultandolas en el baúl de los malos recuerdos, que sin darnos cuenta tienen peso y nos lleva quizás a “escondernos” un poquito más para no tener que volver a vivirlas.
    Aplausos para quien haya escrito mis pensamientos de esta gran manera.
    Chuli, bs as, arg.

  3. Gran artículo, llega al alma y te deja ver lo incómodo de una situación bastante común que de verdad, da mucha pena. Te deja al descubierto las inmundicias humanas de un ego no resuelto
    Hay que educar en el respeto, pero no solo a nivel sexual, independientemente de si eres lesbiana o hetero se necesita respeto. El no por respuesta es algo que todavía muchos hombres no entienden.

  4. En México es peor, el estereotipo de “mujeres lesbianas” que muchas personas tienen en la cabeza, llevan a lesbianas como yo a escondernos en nosotras mismas; sin embargo, nos hace más tontas dejarnos llevar por personas con prejuicios por delante. El ser lesbiana no nos hace diferentes, sólo somos mujeres, mujeres que aman, como todo mundo.
    Una historia triste, pero me hizo la noche :).
    Saludos…

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