“La única anormalidad es la incapacidad de amar”. Anaïs Nin
Si enamorarse de una mujer significa ser lesbiana, sí lo soy. Pero no me define en absoluto y no cambia en nada quién soy como persona, ni mi femineidad, ni mis valores; al contrario, me siento más femenina que nunca y orgullosa de ser quien soy hoy, después de haber vivido como heterosexual atrapada en un mundo ultraheterosexual hasta los 44 años de mi vida.
Toda esta toma de conciencia de quien soy comenzó cuando me di cuenta de que me gustaba y me enamoré perdidamente de Kerstin, una hermosa mujer sueca quien fue mi esposa hasta el 2014, en que falleció a causa de un cáncer. Nuestra historia de amor puede ser leída en este misma revista.
Recuerdo que ni yo misma aceptaba lo que sentía. Kerstin me deslumbró desde que la vi. Su rostro bello, su aire intelectual y etéreo, su cabello rubio y esa mirada profunda con sus ojos azules causaron una nueva e inmensa atracción en mí. Luego escuchar su voz tan suave y seguidamente verla en persona en el aeropuerto despejó todas mis dudas y dije “Wow! ¡Sí me encanta esta mujer preciosa!” Hubo muchas culpas y temores al principio por el qué dirán. Y por toda esa pesada y molesta mochila que cargamos en la conciencia llena de exigencias y expectativas acerca de cómo debe ser una mujer, cómo debe comportarse una “señorita”.
Medio siglo cumplí el pasado primero de abril. Hace seis años sé con certeza que soy lesbiana. Mi pasado como heterosexual es un sueño difuso. Es como si de repente hubiese despertado de una pesadilla. Ahora comprendo por qué jamás me sentí plena ni feliz con ninguno de ellos. No eran para mí y no había armonía en el amor, porque los hombres aman de manera diferente y ese no es el amor que yo buscaba.
Es por ello por lo que deseo contar cómo se tejió en mi vida el proceso que se conoce en la jerga común como salir del clóset o en inglés “coming out”, para aquellas que están viviendo o han vivido una situación similar. Para que no tengan temor de seguir adelante con la frente en alto y derribar los muros que las oprimen y no les permiten ser realmente quienes son. Lo mío fue un proceso empinado, tortuoso; escalar el Everest. Sí, difícil, como volver a ser una adolescente descubriendo el amor femenino a los 44 años.
Recuerdo que al principio cuando supe que me gustaba Kerstin, me sentí feliz, pero al mismo tiempo fue un despertar especial y doloroso, lleno de culpas y sentimientos encontrados, repleto de fantasmas que aparecían y me asustaban, más aún viviendo en un país de profundas raíces católicas y homofóbico como lo es mi amado Chile. Ahí las piezas calzaron y comprendí mi admiración y amor platónico por mi profesora de pintura en la Universidad o mi adoración infantil por mi profesora con rostro de muñeca de mis primeros años de escuela.
Suecia está distante años luz de Chile y Latinoamérica en cuanto a aceptar la homosexualidad como algo normal y respetar a quienes somos lesbianas o gais como personas dignas y no como si uno tuviera una enfermedad contagiosa, como una peste o fuera un insecto repulsivo. Sigmund Freud ya lo afirmó sabiamente: “La homosexualidad no es ventaja alguna, pero no es nada vergonzoso, ni vicioso, ni degradante, simplemente no puede clasificarse como una enfermedad”. Claro que no, como lo dijo Chabela Vargas: “Lo que duele no es ser homosexual, sino que lo echen en cara como si fuera una peste”.
Acá en Suecia donde vivo desde hace cuatro años, jamás nadie me ha criticado o cuestionado por mi opción sexual. Muy al contrario a lo que ocurre en Chile donde aún el ser homosexual o lesbiana es motivo de castigo social; de apodos vulgares y “chimuchina” barata; llegando en casos extremos a la agresión física. Por ignorancia, por maldad y porque aún subsisten muchos prejuicios.
Pero no nos detengamos en imaginarios sociales que no podemos cambiar. Las personas homofóbicas por mi experiencia de vida, no cambian.
Vivir gran parte de este proceso de salir del clóset en este país fue fundamental. Estoy segura que si hubiese seguido viviendo en Chile ya estaría quizás casada con un hombre y jamás habría asumido plenamente quién soy. Aquí me siento libre, puedo ser yo en el pleno sentido de la palabra.
Kerstin, mi mujer sueca y el amor de mi vida con su encanto y belleza, marcó un antes y un después y logró liberarme de esas ataduras y lastres como heterosexual. Enamorarme de ella hizo que surgiera la verdadera mujer que habitaba dentro de mí y que sí, claro que sí podía y puede enamorarse de alguien del mismo sexo porque: “Uno se enamora de la persona, no del sexo”. Y sí: encontré la armonía, la plenitud y el equilibrio en el amor de una mujer.
Asumirme como lesbiana, significa que admiro a nuestro género femenino, a las mujeres trabajadoras, profesionales y exitosas. Admiro también a las que la vida ha golpeado, pero que con esa fuerza interior que sólo tenemos las mujeres, se levantan cada día y conquistan el mundo con su esfuerzo o bajan la luna si es necesario y no necesitan ni dependen de un hombre para ser plenas y felices. Admiro y aplaudo esas madres que sacrifican todo por su hijos y jamás claudican en ese infinito amor maternal e incondicional.
Significa que amo y admiro a mi madre, la mujer más bella, inteligente y perfecta en mi vida. Significa que amé con todo mi ser, pasión y devoción a mi mujer sueca Kerstin y que puedo amar nuevamente a una mujer, si encuentro en ella una plena compatibilidad de gustos, emociones, sentimientos, valores e intelecto.
Significa que hoy me siento plenamente mujer, más femenina y en paz conmigo misma por haber hallado mi senda en el laberinto del amor. Fui amada infinita y profundamente y tuve la oportunidad de amar a una maravillosa persona y sabia mujer. Porque el amor entre mujeres es maravilloso, sublime, una epifanía que supera el aspecto físico y sexual. Algo que solamente puede comprender quien comparta conmigo el ser lesbiana.
Y sí, si ese amor con nombre de mujer aparece, hay que vivirlo y disfrutarlo intensamente, sin culpas ni cuestionamientos; porque estoy convencida de que quienes realmente nos aman, nos valoran y a quienes les importamos como seres humanos jamás nos discriminarán ni censurarán.
El amor entre nosotras es perfecto. La escritora francesa Marguerite Yourcenar ya lo resumió en esta frase: “Existe entre nosotras algo mejor que un amor, una complicidad”.
Hoy vivo sola y en paz con mi amada perra Vera en Estocolmo. Después de un largo y doloroso duelo ya no cierro las puertas a otro amor suave y bello que sea infinito y me deje sin aliento.
Claudia Araneda (claudiaraneda@gmail.com)
Muy bonita tu historia y de verdad nunca podré entender esas diferencias entre el amor de una mujer a otra mujer y el de un hombre con una mujer. A mi ex pareja le sucedio algo así. Ya no estoy con ella y la deje pero realmente no fue por esa condición o porque esta con una mujer, no niego que me dolio o me duele pero es que ella hablaba mal de las lesbianas las criticaba duramente y algo que yo no estaba de acuerdo porque mi hija es lesbiana y la he entendido y he blado mucho con ella y, sobre todo, la he acepatdo al igual como su mamá. El problema de mi ex pareja es que ella fue reflejo de lo que decia y vivio mintiendome durante un largo tiempo cuando me achaco culpas del cual yo no tenia. La ame, si, pero creo que siempre me fue infiel, con una mujer, con el pensamiento y sin estar muy seguro hasta de manera física más de una vez. Ella decia que no le gustaba las mentiras y que resulté ser despues de 5 años de relación. Me imagino que vivió sufriendo a mi lado por el hecho de desear estar con una mujer y no poder hacerlo por tantas criticas sociales. Se que debo perdonarla para yo encaminar mi vida de manera más feliz que logre, pero ella, estando conmigo, comenzó esa relación e hizo cosas o me faltó el respeto en mi propia cara, nunca lo aceptó pero instui y logré descubrir todos sus actos para estar con esa persona, se baso en puras mentiras y fue fria y calculadora para cometer sus actos. La odie mucho y hoy para mi es una basura, pero no por el hecho de su inclinación sino por su comportamiento desleal. Ya ella para mi no significa nada y que sea feliz con su mujer. Solo diré que fue lo mejor que me sucedio porque me liberó de algo que en el fondo yo no queria seguir. Es muy posesiva y no si esa otra mujer podra soportarla o logrará cambios en su vida. Ella tuvo varias parejas heterosexuales y llego a decirme que nunca se enamoro de esos hombres, no le crei mucho porque como puede durar, según ella, tanto tiempo con alguien sin amarlo. Se que me amo intensamente porque lo demostró pero, como todo, el enamoramiento fue disminuyendo y su frialdad fue creciendo y nunca me di cuenta de las señales. Pero ella nunca demostró algo hacia laguna mujer pero pienso que lo tenia reprimido y sus criticas era precisamente la forma que ella queria ser, tener a una mujer pero no la conseguia y no se atrevia a expresarlo, mientras tanto me tenia a mi para soportar su soledad ya que ella es una persona dependiente. No se que diferencia hay en relación al sexo pero ella nunca tuvo un orgasmo con todo y la dedicación que le puse para satisfacerla, que no hice en cuanto a juegos, posiciones y otras cosas mas. Fue insensible con el sexo oral en donde se lo practique de la manera más ideal y ella como si nada…que angustia para uno…será que si su pareja mujer se lo hace podra sentir. Eso de que una mujer conoce el cuerpo de la otra no estoy de acuerdo, ya que si una mujer conoce su cuerpo, entonces porque no dice que le gusta y que no le gusta y donde le gusta…si no se conoce ella como va a conocer el cuerpo de otra mujer…y si lo conocia porque no lo expresaba. En definitiva ella es una mentira que paso por mi vida. Vive en una misa pidiendo perdon si siendo una catolica devota sabe que las puertas del reino de dios estarán cerradas para ella hasta que se arrepienta, pero así se arrepienta tendrá su penitencia…lo que aqui se hace aqui se paga y alla arriba tambien…ya la veré.
Soy Sonja McDonell, azafata de Swiss Airlines, de 23 años, con 13 ciudades en el extranjero y muchas de las fantasías en casos de emergencia. El informe del Dr. Kinsey dice que las chicas lesbianas tienen algunas células en sus cerebros, que las chicas normales no tienen. Estas células se envían a sus partes sensibles del cuerpo a principios de la pubertad y nunca se pueden borrar. La mayoría de las chicas comienzan a masturbarse y pensar cómo será con una chica. Es verdad. En mi ciudad número 11, ciudad de México, las niñas lo aprenden de sus madres y hermanas. A menudo estoy encantado con su edad y sus fantasías.
Con amor
sonjamcdonell@yahoo.com