Mi historia de amor lésbico: “Le dije que yo no era lesbiana y…”

“Me llamo Carola, soy de Chile y quiero contarles mi historia, aunque no es como las que has leído pero es una linda historia que quería compartir con ustedes. Yo salí del closet madurita, no me aceptaba, no quería saber que había un mundo afuera de mis cuatro paredes, pero el destino te da sorpresas, me fui a vivir a otra ciudad para seguir mis estudios y ahí comenzó todo.

Estuve un tiempo pololeando (así le decimos acá en Chile cuando estamos conociendo a alguien pero en una relación antes de ser novios). Esta persona era un hombre; aún negaba lo que me pasaba pero llegué a un punto donde no pude más y terminé todo tipo de relación que tenía con esta persona. Entré a estudiar a un instituto sin saber que ahí sería el comienzo del abrir mis ojos y aceptarme. Éramos solamente mujeres en la carrera y a una de mis compañeras le parecí linda, empezó a acercarse para que le enseñara algunas materias (yo era la matea, la empollona del curso) y empezamos a ser amigas, pero solamente amigas. Ella me confesó que era lesbiana y que si yo tenía algún problema (¡Yo, problema ja, ja, ja!). Le dije que no se preocupara, que seguiríamos de la misma forma en nuestra amistad, pero ella me empezó a ver con otros ojos (desde el primer momento que me vio, en realidad) y me lo dijo directamente: que yo le gustaba demasiado.

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mirales.esEn mi ceguera le dije que yo no era así, que no iba a pasar nada entre nosotras (gran mentira), hasta que ella un día llegó y me dijo que se alejaría de mí, ya que ella no iba a estar detrás de alguien que no sentía lo mismo por ella. Para mí fue lo peor que me podría decir, se alejaría, no podría estar más con ella, sentir su olor, mirar su cara y sentí una enorme pena y angustia en mi corazón, y eso fue lo que detonó que en mi interior sintiera un dolor enorme, comprendiendo que me pasaban muchas más cosas de las que me podía imaginar por ella. Y se lo dije, que me encantaba, me sentía bien con ella, no quería que se fuera de mi lado. Todo esto fue a través del teléfono. Pero al día siguiente nos volvimos a juntar y fue un 21 de junio (jamás lo olvidaré) cuando ella me besó por primera vez (un beso medio robado) pero muy deseado por las dos.

mirales.esDesde ese día empezamos a conocernos mucho mejor, con la verdad, y me encanta cada vez más. Eso sí, todo oculto, no tanto por ella, sino por mi familia, ya que ellos no sabían nada. Un 7 de julio ella me pidió pololeo (novias) y hasta ahora llevamos cuatro años y ocho meses, obviamente como toda relación tuvimos problemas, malos momentos, terminamos, pero no durábamos separadas. Fuimos consolidando la relación con esfuerzo y mucho amor, compatibilizando nuestras vidas, que ya tenemos una diferencia de edad de ocho años. Aunque no se nota físicamente, sí se notó en su momento, tanto en lo que nos gustaba como en la forma de vivir, pero supimos encontrar un equilibrio. A pesar de esa diferencia llegamos a un punto de tener gustos similares (puede ser que como no tuve la libertad de vivir mi vida, tuve como un retroceso en la edad y ahora estoy viviendo recién mis 20 años) pero, fuera de broma, me encanta lo que hemos formado y haber unido nuestros mundos tan distintos y que hayan encajado perfectamente. Tenemos muchos proyectos juntas, viajar, tener nuestra casa propia, un bebé, un sueño que acá en Chile es un poco difícil por el tema económico y social, ya que es como tener un hijo soltera y mi pareja no tendría ningún derecho sobre el bebé. Pero con fuerza, amor y constancia lograremos nuestros planes. Ahora estamos en un buen momento, felices, con buenos trabajos ambas, cumpliendo poco a poco nuestros sueños, y enamoradas como el primer día o más aún. Próximamente cumpliremos cinco años juntas y ya tenemos nuestra celebración lista.

mirales.esAdemás, desde el año pasado acá en Chile existe la ley de Unión Civil (un gran paso para el avance del país, ojalá siga en ese camino por la igualdad de derechos) así que si todo va por buen camino algún día llegaremos a tomar la decisión de ese paso que sería la confirmación de que nuestras vidas son una sola y poder compartirlo con nuestras familias (que, por cierto, nuestras familias ya saben todo y nos aceptan y nos quieren. ¡Todo excelente!).

Carola

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