El 1 de diciembre es el Día Mundial contra el Sida. En 1980 estalló la crisis del VIH, trayendo no solo mucho dolor a las víctimas y a sus familias, también un estigma muy grande sobre el colectivo LGTB, en especial sobre los hombres gays.
Si no estás familiarizada con la magnitud de estos acontecimientos, hay bastante literatura, películas y series al respecto. Una de nuestras favoritas es It’s a Sin, que nos cuenta la entrañable historia de tres amigos homosexuales en Reino Unido, al comienzo de la crisis.
¿Qué papel jugaron las mujeres lesbianas? Poco se sabe del activismo que unió a centenares de ellas en el terrible caos social que se desató. Los prejuicios sobre los hombres gays incentivados por políticos y religiosos que hablaban de la “plaga gay” llegaron a tal punto que muchos murieron sin poder acceder a atención médica, y/o rechazados por sus familias.
Ante tantas injusticias, y ante la prohibición de que los hombres homosexuales donaran sangre, comenzó una escasez que ayudó a frenar Bárbara Vick, creadora del grupo Blood Sister, hermanas de sangre, que reclutó a centenares de mujeres lesbianas que cumplieron dos papeles fundamentales: donar sangre y acompañar y cuidar a los enfermos solos, abandonados por sus familiar, que tanto necesitaban el apoyo emocional en los últimos momentos de su vida.
“Todas sentíamos una sensación de impotencia, y la comunidad lesbiana parecía inmune a la enfermedad. En esa época, las mujeres tenían menos para dar económicamente, pero la sangre es algo tan básico”, contó Vick en una entrevista.
Hermanas de sangre recibió la ayuda de un grupo que se formó compuesto por hombres gays: “pequeños hermanos”, que recaudaba dinero para las campañas de las activistas, les conseguían transporte y comida, y en los bares gays les regalaban las bebidas.
En 1984 el National Gay Task Force les dio un premio por su valentía. Porque aunque ahora nos parezca lógica esa alianza y esa ayuda, en los 80 era de valientes acercarse a un virus desconocido y letal, en un ambiente lleno de odio y prejuicio. Las hermanas de sangre continuaron sus campañas para la donación hasta 1993, año en que se disolvieron.