Comunista, lesbiana y una gran poeta. Valentine Ackland fue una figura importante a principios del modernismo de los años 20 en Gran Bretaña.
Nació en 1906, en Londres. No tuvo hermanos y su padre crió a su pequeña Molly (así la llamaban en la familia) como a un varón: le enseñó a manejar el rifle y a boxear. Su madre era católica y se escudó en la religión para salvar su infelicidad conyugal.
Su siguiente relación lésbica apareció a los 17 años. Bo Foster – así se llamaba la chica – ayudó a Molly a superar su obsesión con la muerte y la inició en la vida cultural y artística, con la que en seguida conectó.
A los 19 años, Mary Kathleen Valentine Ackland (Molly) decidió casarse con Richard Turpin, un joven homosexual a quien le fue imposible consumar el matrimonio. La pareja no prometía mucho, y antes de cumplir el primer aniversario Molly obtuvo la nulidad matrimonial. La culpabilidad que le hacía sentir su familia, que no lograba entender ni aceptar su orientación sexual, la llevó a un matrimonio que la hizo sentir humillada y estafada.
Tras su fugaz enlace y su demoledora experiencia en él, Molly Turpin se convirtió en Valentine Ackland. Renovarse o morir. Ella eligió reinventarse a sí misma, construir una nueva identidad y conquistar su independencia. Para ello, calzó pantalones y desarrolló su aspecto masculino, mostrando su fortaleza y adoptando una actitud firme y eufónica a través de su travestismo personal.
Andrógina, controvertida, comunista, curiosa, activista, inteligente, periodista, tímida, imaginativa, revolucionaria, apasionada: así podríamos definir a esta poeta británica, Valentine Ackland. Su pluma festiva, lésbica y erótica encontró durante años las dificultades típicas de la época a pesar de su indiscutible calidad.
Dorothy Warren, Anna May Wong y Nancy Cunard fueron algunas de sus amantes. En 1930, esta última le presentó a quien sería su novia el resto de su vida: la escritora de cuentos Sylvia Townsend Warner.
Cuando Sylvia – 12 años mayor que ella y con un talento sobresaliente – llegó a su vida, la reputación de Valentine como joven promesa de la poesía ya se había disparado. El amor se instaló entre ellas y estalló la pasión. De hecho, no se separaron hasta la temprana muerte de Valentine. Pero al parecer la monogamia estuvo más allá del alcance de ésta y hubo infidelidades en la pareja, que a pesar de ello permaneció unida y enamorada durante más de 30 años. No obstante, las reflexiones de Valentine acerca de su relación con Sylvia y con su ultimo romance con la escritora y heredera americana Elizabeth Wade White fueron publicadas póstumamente en su novela titulada For Sylvia: An Honest Account (“Para Sylvia: un relato sincero”).
Mujeres valientes y de trato agradable, eruditas, militantes y luchadoras. Una relación como la que ellas protagonizaron tenía que dejar legado y fruto. En 1933, vio la luz un trabajo de poesía en común titulado Whether a Dove or Seagull (“O paloma o gaviota”).
Su labor humanitaria fue notoria y es digna de resaltar. Juntas apoyaron a la Comisión Española de Ayuda Médica y en 1936 se vinieron ambas a España para ayudar a la Comisión Británica de Ayuda Médica apoyada por la Armada Republicana. Ambas trabajaron como voluntarias para la Cruz Roja Británica en Barcelona, durante la Guerra Civil, destinadas a un equipo de ambulancia. En esta época, Sylvia escribió un artículo para la revista The Left Review en el que narraba el modo en que la Iglesia Católica oprimía a la población española. Valentine, por su parte, escribió artículos en los que reflejaba el idealismo y el caos de nuestra República, y que contrastaban con sus poemas melancólicos en los que se lamentaba de la victoria del fascismo, así como de su propia impotencia. Conocidos son su artículo titulado Writers in Madrid (1937) y su poema Badajoz to Dorset (1936), uno de los primeros que escribe en su residencia (Dorset) y dedica a la Guerra Civil, a su regreso de España.
Profundamente conmovida por cuanto ha visto en su primera visita a España, de nuevo en Inglaterra, no puede olvidar el dolor de la guerra, y la sigue evocando en su intensa respuesta al extraño ruido que hacen de noche los hilos telefónicos, un ruido que ella supone que procede de Badajoz y llega hasta Dorset en Inglaterra, donde vive la autora. En el extraño ruido que oye, la autora reconoce un llanto que no es sino el eco de los sufrimientos de las víctimas de la guerra en Badajoz y España:
[…] Escucho voces distantes
[…] Oigo sonidos de España.
La niebla ensordece todo menos esto: amortigua tal vez la respuesta-.
Pero el viento sigue jugando con los cables; y los cables lloran.1
En noviembre de 1969, a la edad de 63 años, un cáncer le vence la batalla y la vida de Valentine Ackland llega a su fin. Con ella se fue una mujer luchadora, militante y feminista, de una calidad humana inigualable. The Nature of the Moment, Further Poems of Valentine Ackland el antes mencionado Sylvia: An Honest Account, fueron tres de sus libros publicados tras su muerte.
1 USANDIZAGA, ARÁNZAZU; Escritoras al Frente: Intelectuales Extranjeras en la Guerra Civil, Nerea, 2007, pág. 118