Una lesbiana mexicana perdida en Berlín

El pasado 28 de junio, día cuya importancia olvidé por completo, motivo por el que, me atrevería decir, el destino lésbico me la tiene jurada (sí, chicas, el bollokarma existe. Doy fe), fueron interrumpidas mis maldiciones contra la mayor de las “lesbiana-tormento” por un hombre travestido y su tupé. Después de un cordial apretón de manos y una charla ligera me propuso acompañarle al día del Orgullo Gay. Acepté, como no podía ser de otra manera, y a los pocos minutos pusimos marcha a Wilhemstraße.
Una vez en el lugar y rodeados de arcoíris, disfraces, sonrisas y bailes le hice saber mi orientación sexual.

―¿Lesbiana? Ay, mujer, pero si tú podrías estar con el hombre que quisieras.
―Jajaja. El punto es ése, que no quiero. Por lo tanto no puedo.
―Pues no sabes lo que te pierdes. Te lo digo yo, que soy gay.
―¿Lo que en un sex shop me cuesta 60€?

Habiendo aterrizado semanas atrás en la ciudad de la tolerancia homosexual por excelencia, única en poseer un museo y monumento dedicados exclusivamente a la persecución homosexual de forma permanente y ciudad cuyo alcalde, Klaus Wowereit, es abiertamente gay, pensé que los momentos WTF que se presentan en la vida de toda lesbiana se verían reducidos. Ignorante de mí.

Dos besos y un abrazo fueron el preludio de la despedida de un amigo de Berlín, meses atrás. Le siguió la orden de unas cervezas en virtud de un brindis y una noche, cuando menos, interesante.

Horas más tarde, con varias copas desde más y el pantalón roto por resultar frustrado nuestro salto ninja al intentar colarnos en una discoteca, le acompañé al metro. Y en el caminó retiró la intención que por instinto ―parece― todo hombre propone al hacerle saber tu sexualidad.

―Richard, ¿de verdad, no te vas a cansar nunca de que te dé calabazas?
―Imposible. Y ya sabes que si me echo una novia bisexual le hablaré de ti.
―Tú no participarías y, además, ¿cómo así te resbalaría que ella te pusiera los cuernos conmigo?
―Nah, las tijeritas no es sexo. Y me pone pensarlo.

No me sorprendió su respuesta, la esperaba. Pero tenía que comprobar si en Berlín también existía la simpática pretensión de borrar de un plumazo los años de activa sexualidad de una. También confirmé que quienes piensan así no les pone tanto la idea de que sus bisexuales novias terminen enamorándose de sus amantes. Y es que no: las tijeras entre dos mujeres no cortan los cuernos del tercero.

El otro día, no hace mucho, me encontré por casualidad a un buen amigo por la calle. Le abracé y propuse tomar la mejor cerveza negra en Neukölln, el barrio turco. Pero me perdí.
Terminamos en una calle oscura, mas llena de bares y ambiente nocturno. Uno de ellos, por carecer de nombre y presumir por una estética atrayente, llamó la atención de mi amigo; por lo que me propuso entrar. Me asomé por la ventana, y aunque sorprendida por su decisión, accedí a tomar una copa.

Nada más entrar y dirigirme al servicio vi en una de las paredes una frase que me alegró aún más la noche: Ich liebe Vagine. Prometedor. “Yo también amo las vaginas. Y mola.
Sólo que al regresar con mi amigo me esperaría una conversación no tan grata.

www.mirales.es

―Johana, esto es un bar de… De…
―¿Lesbianas? Claro, por eso pensé que lo habías escogido. Como sabes que yo lo soy…
―No me gustan las lesbianas.
―Yo soy lesbiana.
―Ya, pero no eres la típica lesbiana. Ésas son las que no me gustan.

La típica lesbiana… ¿La que pretende parecerse a un hombre? ¿La que los odia? ¿La feminista renegada de la vida? ¿La cayo malayo traumatizada? ¿La hipster, la roquera, punk, rapera, pija, metalera, la heterobollera? ¿Cuál de todas?
A 2.300 kilómetros de España y sigo escuchando genialidades tales, sólo que en alemán (lo que resulta aún más traumático) Que si “No lo pareces.”, “Pobre, un hombre te rompió el corazón, ¿verdad?”, “¿Bollera? ¡Pero si no eres fea!” E incluso, y éste ya se lleva el premio a la mejor frase del año: “¿Lesbiana? ¡Pero si pareces una mujer!

Sí, chicas. Experiencias tales, inocentes, resultan la punta del iceberg que, profundo como los prejuicios que lo conforman, evidencian lo lejos que aún estamos de la tolerancia y aceptación lésbica.

Por simple capricho del azar he nacido donde mi sexualidad no es perseguida y viajado a voluntad donde tampoco. No legalmente. Pero un paseo en el lugar y la hora equivocados puede cambiar mi suerte. De escribir un artículo a despertar en el hospital. O no despertar. Y ese lugar, el fatal, reitero, bien puede estar en Alemania, España, México o cualquier otro país. Pues el sistema capitalista y patriarcal lo comparten todos.

Y esto es así. Pero no lo será siempre. Y no lo será porque yo estoy cabreada. Igual que vosotras. Haremos saber, ya de una vez, que nuestra orientación no es la fantasía sexual a cumplir de nadie, o el tópico estético y/o psicológico con el que alguien nos etiquete o, por su ignorancia, nos persiga. Dejaremos bien claro que las lesbianas follamos. Sí, follamos, y en compañía de un harén de penes, si nos place.

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17 comentarios en “Una lesbiana mexicana perdida en Berlín”

  1. Me ha gustado el relato. La verdad es que hay muchas lesbianas tipicas pero igual hay lesbianas que no tienen nada que grite ¡soy lesbiana!. Y sobre el actitud masculino, hay poco que decir… aunque hablas con un travesti gay/bi, el resultado puede ser insatisfactorio. A ver que pasa si hablas con un travesti lesby, jeje.

  2. Excelente relato!, no importa lo que piensen los demás y el estereotipo que le den a las lesbiana. si no eres como la “típica lesbiana” siéntete orgullosa porque eres la fiel imagen de que no todas son así y le demuestras al mundo que no por serlo tienes que parecer hombre..o todas esas estupideces que dicen. SÉ SIEMPRE TÚ MISMA SIN IMPORTAR EL RESTO y mantén esa feminidad tan bella, por algo somos lesbianas, porque nos gustan las mujeres. ¿por qué estar con alguien que parece hombre? si eres femenina…GENIAL! NO CAMBIES!

  3. O recibes cientos de mensajes de móvil XD….Lamentablemente ignorancia hay en todos sitios. Y eso es lo que hay que cambiar.

  4. Donde no hay no se puede buscar,gente que no vé mas allá,cerradas de mente que se basan en llamemoslo “leyendas” , el día que esto avance …. Que llege pronto!!

  5. Excelente relato!, no importa lo que piensen los demás y el estereotipo que le den a las lesbianas. si no eres como la “típica lesbiana” siéntete orgullosa, porque eres la fiel imagen de que no todas son así y le demuestras al mundo que no por serlo tienes que parecer hombre..o todas esas estupideces que dicen. SÉ SIEMPRE TÚ MISMA SIN IMPORTAR EL RESTO y mantén esa feminidad tan bella, por algo somos lesbianas, porque nos gustan las mujeres. ¿por qué estar con alguien que parece hombre? si eres femenina…GENIAL! NO CAMBIES!

  6. el relato me ha parecido muy bueno, muy real, lo q no me parece en absoluto es q si lo escribio una mexicana, lo escriba como española, vaya casi pude escuchar el molesto siseo y la th en vez de la c y la z…. si de una paulina rubio ya estamos mas q hartas…. creo q el cantadito se pega… creo q las costumbres se pegan pero q ñoñada parecer lo q no eres…. y chicas no me malentiendan, amo los modismos de cada pais. los “cantaditos” de cada pais los acentos, las modulaciones, pero en voz de quienes por nacimiento por tanto por derecho, por asi decirlo, lo hablan y amo como se oyen las españolas con ese delicioso siseo uuufff

  7. ¡Hola, chicas!

    Muchas gracias a todas por sus comentarios. Un orgullo saber que seamos tantas las indignadas y las dispuestas a luchar.

    En nuestra mano está el cambio, y su espera no es una opción. Seamos todas el Verbo. O mejor aún, no dejemos nunca de serlo.

    ¡Ánimo!

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