La historia de la sexualidad de las mujeres

Co-autora invitada Raquel Hurtado

 

Estamos en el siglo XXI, el capitalismo impera en nuestro día a día, estamos gobernadas por una clase política poco preparada, poco capaz y, en el peor de los casos, poco motivada. Los derechos sociales se coartan, las libertades individuales y sociales merman, la normalidad acaba con toda la riqueza de lo diferente, lo anecdótico y lo especial. Y en este contexto social, en que los derechos cada vez son menos y más encapsulados, no dejamos de oír hablar de economía (con informaciones, por cierto, igual o peor de halagüeñas… tampoco esto nos consuela) Y en esta maraña de malestares, algunos y algunas no dejamos de preguntarnos qué podemos hacer, dónde podemos anclar nuestro optimismo, dónde podemos encontrar los referentes que nos ayuden a tomar impulso. No sé mucho de muchas cosas, y siento no poder decir que tengo las respuestas a estas dudas. Pero ante esta sensación de descontrol y asfixia de mi sexualidad, de la libre expresión de mi sexo; me sirve recordar otros espacios y otros momentos que, lejos de ser ese pasado que nos pueda parecer mejor, fueron (precisamente por la asfixia y negatividad que presentaban, el caldo de cultivo donde se desarrollaron grandes mentes, grandes teorías y grandes luchas.

La sexología suele relacionarse con ideas como las terapias por disfunción eréctil o anorgasmia, los embarazos, las prácticas sexuales, los métodos anticonceptivos, etc.; pero cuando hablamos de sexología de un modo más académico nos referimos a la ciencia que estudia el sexo (¡el que se es, no el que se tiene!) y también a las relaciones entre los sexos, es decir, entre los hombres y las mujeres. Por supuesto, la sexología como ciencia ha influido de manera directa en la forma en la que estas relaciones se producen y, por lo tanto, en la propia historia de las mujeres y de lo que conocemos como su “liberalización”. Te proponemos una Historia con mayúsculas que a pesar de tener mucha miga es una de las grandes olvidadas en relación a este tema.

La Liga para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas

Metámonos en situación, estamos en la Alemania de principios del siglo XX, en la que podemos hablar de un movimiento de reforma sexual que fue producto de la confluencia de diferentes elementos. Por un lado, la publicación de diversas obras científicas relacionadas con la sexualidad y con el común denominador de ofrecer una visión positiva de la misma. Por otro, encontramos además un movimiento ciudadano de revalorización de la naturaleza, que se tradujo en determinadas corrientes sociales como el nudismo. Por último, el movimiento de emancipación de la mujer con la consecución del sufragio universal, el acceso a la educación y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres determinó el inicio de este movimiento de reforma en los valores vinculados con la sexualidad.

Así, desde una perspectiva científica se planteaban los siguientes objetivos relacionados con la sexualidad de las mujeres:

 

  • Igualdad de derechos políticos, económicos y sexuales de la mujer.
  • Liberación del matrimonio y del divorcio de la tiranía de la Iglesia y del Estado.
  • Control de la natalidad, en el sentido de una procreación responsable y libremente elegida.
  • Protección de las madres no casadas y de sus hijos/as.
  • Prevención de la prostitución y de las enfermedades venéreas.

 

Algunos de estos objetivos están directamente relacionados con lo que conocemos como derechos sexuales, un concepto que han desarrollado entidades de corte más social y que supondrían los elementos indispensables para una vivencia de la sexualidad satisfactoria; y del que hemos hablado en números anteriores. Podríamos afirmar incluso que estos objetivos son el primer conato de declaración de derechos sexuales. Tanto que lo que se reivindicaba en su momento es muy similar (quizá con otro nombre o en otro contexto) a lo que defendemos actualmente.

Entonces… ¿por qué se trata de un capítulo de la Historia desconocido? Avanzar en la ciencia puede ayudar en el avance de derechos. El avance de derechos también hace que la ciencia pueda seguir avanzando.

¿Será acaso que España no tenía nada que ver en el tema? Nada más lejos de lo que de verdad ocurría. Quisiéramos daros a conocer la vida de una mujer, adelantada a su tiempo y revolucionaria: Hildegart Rodríguez Carballeira. Sobre la vida de Hildegart se conocen los principales datos: Nació un 17 de diciembre de 1914 en Madrid, como fruto de una serie de hechos extravagantes. Su madre, Aurora Rodríguez, la había concebido, parido y educado como un experimento piloto con la idea de traer al mundo un ser capaz de emprender la reforma mesiánica de la sociedad que ella había ideado; así escogió un padre con el único fin de lograr unos buenos genes y educó a esta niña prodigio para hacer y ser, exactamente lo que ella pretendía. Hildegart murió un 9 de junio de 1933, asesinada por su madre, quien habiéndola creado se propuso destruir su propio experimento al más puro estilo de la leyenda de Pigmalión; Hildegart trataba de crear su propio futuro, distinto a las expectativas de su madre.

La vida de Hildegart nos ofrece también otra imagen de sí misma, menos dramática y más relacionada con la defensa de los derechos sexuales. Capaz de leer y escribir desde antes de los 6 años y hablando más de cinco idiomas desde la infancia; Hildegart será una concienciada militante política: primero en las juventudes socialistas, luego en la UGT. Expulsada después del partido socialista, militará dentro del partido Federal. Su activismo responderá al cumplimiento de un reformismo planeado por Aurora, su madre. Articulista en diversas publicaciones, Hildegart desarrolla de 1929 a 1933 una intensa labor política, sin olvidar la lucha social, que en temas de mujer, sexualidad, etc. llevará a cabo mediante libros y folletos en pro de una reforma sexual.

Existe una tercera Hildegart “científica”, que aborda la sexualidad más allá de los motivos políticos o sociales. Un indicador de esto podría ser encontrado en el contacto que establece con los líderes más representativos de la sexología de estos años. Como directora de la revista Sexus, Hildegart introduce una entrevista con el mismo Hirschfeld (eminente sexólogo alemán, autor de la teoría del tercer sexo y uno de los más acérrimos defensores de los derechos de las personas homosexuales). Por su parte, Ellis, otro sexólogo precursor en la lucha LGTB esta vez desde Inglaterra, escribirá sobre Hildegart, “esa virgen roja”, destacando su trabajo, en otras publicaciones.

Por lo que respecta a Marañón, ese eminente médico español cuyo nombre lleva una plaza de Madrid, Hildegart le ofrecerá la dedicatoria de una de sus obras. Un año después, el médico ocupará la presidencia de la Liga para la reforma sexual sobre bases científicas en España, de la que Hildegart será secretaria general.

En cuanto a su obra, la mayoría de ella es de temática sexual. Redactados todos sus títulos entre 1931 y 1933 (un periodo de tiempo breve y sorprendentemente prolífico), algunos de ellos son productos de conferencias o ciclos y otros son obras pensadas y desarrolladas como libros. Leída la obra en su conjunto, nos encontramos ante una producción en la que se combina la información práctica y la articulación conceptual -con un debate en ocasiones claramente innovador- con un fondo histórico-doctrinal. En sus páginas encontramos información útil e inmediata, al mismo tiempo que debate sobre las bases de una concepción de la sexualidad y sus correspondientes repercusiones personales y sociales.

Entre las informaciones de utilidad inmediata se encuentran las relativas a los anticonceptivos, las condiciones de igualdad social entre hombres y mujeres, los elementos o datos jurídicos de su realización, etc. Junto a estos datos, pueden percibirse otros más conceptuales para la elaboración de un discurso en relación a la sexualidad.

¿Por qué la trayectoria de Hildegart Rodríguez es desconocida a gran parte de la población? ¿Cómo es posible que la invisibilización de las mujeres en los avances científicos e históricos siga manteniéndose en la actualidad sin respuesta por nuestra parte? ¿Cuántas autoras más habrán aportado a la sexología grandes conocimientos jamás reconocidos? Por el momento parece suficiente con recordarlas en pequeños foros, aprender de sus hallazgos y reivindicar la visibilización de las actuales científicas, historiadoras, escritoras, antropólogas, publicistas y tantas otras que, en el momento de máximas libertades de la mujer que vivimos, siguen sin encontrar foros en los que ser reconocidas.

La experiencia demuestra que, si las medidas sociales, sanitarias y legislativas que se promueven no se sitúan en el marco de los derechos, no se logra que “el derecho a tener derechos” y a ejercerlos con dignidad y respeto se conviertan en medidas a las que toda la población puede acceder, haciéndose vulnerables a la actuación política y social de quienes tratan de limitarlos. El fortalecimiento democrático de la sociedad va de la mano de la capacidad de los ciudadanos y las ciudadanas para hacer suyos los derechos, conocerlos y defenderlos.

 

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