Ángeles Cruz es una mujer increíble, de esas que necesitas saber que existen porque hacen del mundo un lugar mucho más amplio y amable. Como directora de cine ha ganado tres premios Ariel, el de mejor cortometraje de ficción por Arcángel, el cual repitió con La tiricia o cómo curar la tristeza. En 2022 se llevó el de mejor película revelación por su largo Nudo Mixteco, del que te hablamos en MíraLES hace unos meses.
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“Yo tengo tres desbalances, -comentaba para Homosensual recientemente- Vengo de una comunidad indígena, soy mujer y soy lesbiana. Cosas que han sido estereotipadas y puestas como en situación emergente de supervivencia”.
Creció en territorio de selva, con solo una película en 16mm, El joven Juárez, que conservaba su padre, y las obras de teatro que creaba su madre en la escuela donde era maestra. Estudió duro para ser actriz y consiguió serlo de manera recurrente en la TV Azteca, donde pronto se dio cuenta de lo estereotipados que eran sus personajes por el hecho de ser mujer e indígena. Y así, de la ausencia de referentes y exceso de estereotipos, fue que decidió hacer su propio cine.
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Ángeles ha sido testigo de que las lesbianas directamente “no existen” en las conversaciones de su comunidad indígena. Tampoco se habla de esa realidad tan cruda y común como es el abuso infantil. Ni siquiera tiene voz el movimiento feminista. Ella se ha atrevido a poner sobre la mesa en sus producciones estos temas tabúes, sin cortapisas, les ha dado nombre y en torno a sus películas se ha iniciado una conversación infinitamente necesaria en la comunidad indígena. “Estamos en otro momento, con luchas particulares, pero el movimiento (feminista) no está llegando a nosotros”.
La obra de Ángeles Cruz es, sin lugar a dudas, imprescindible. Toda nuestra admiración.