Hoy, 9 de septiembre, se cumplen 138 años del nacimiento de Serafina Dávalos, la primera mujer en graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Asunción (1907), Paraguay.
Ya a finales del siglo XIX, Serafina cuestionaba la maternidad obligatoria -en ese momento era impensable para una mujer considerar no tener hijos-. Cuestionaba que una mujer no pudiera estudiar e incluso debatir con grandes hombres, algo también irrisorio en la época en su Paraguay natal.
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Se atrevió incluso a plantear que el matrimonio, tal cual estaba conformado en su década, era una esclavitud para la mujer. “No hay duda que la mujer puede elevarse en el terreno de la inteligencia a tanta altura como los varones. Para el efecto, désela el mismo tratamiento educativo que a aquellos en lo fundamental; nada de reservas de ideas profundas y elevadas por creerla incapaz; lo que se ha dado en llamar lo femenino, no falsea la naturaleza de la razón de la mujer”, escribía Serafina en 1907, 54 años antes de que las mujeres pudiesen votar en su país, algo que, desgraciadamente, ella no pudo ver.
Su sobrina nieta, Rosemary Dávalos, contaba en una entrevista con Pelusa Rubín que las mujeres “de bien” metían a sus hijas en casa cuando Serafina pasaba por sus calles. La sociedad la rechazaba, pero ella iba orgullosa e incluso se compró un auto y manejaba sin pudor. Tal vez la única mujer a la vista al control de un coche.
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En la tesis de Serafina, “Humanismo”, la autora proponía una visión humana, empática, compasiva, para luchar contra el sometimiento de las mujeres en su sociedad, señalando a la igualdad jurídica como la clave y única opción para la igualdad.
Su historia, cómo no, fue borrada de los derroteros oficiales de educación e historia. Tuvieron que venir otras mujeres a rescatar su vida e inconmensurable obra, entre ellas Line Bareiro, Clyde Soto y Mary Monte en su creación audiovisual “Alquimistas: Historia de las mujeres en Paraguay”, así como Ana Barreto Valinotti en su libro de biografías Mujeres que hicieron historia en el Paraguay.
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Serafina fundó y formó parte de varias asociaciones feministas: el Movimiento Feminista de Asunción, El Centro Feminista Paraguayo, La Unión Femenina del Paraguay y la Liga Paraguaya de los Derechos de la mujer. Falleció en la pobreza, habiéndosele incluso negado sepultura por parte de la iglesia debido a que era lesbiana y visible (vivía con su pareja, Honoria Barilán), no poniéndole ni lápida para que nadie la encontrara. El precio que ella, y muchas otras mujeres, pagaron por nuestra libertad. Su sobrina nieta, Rosemary, todavía busca su tumba.