por Leila Gherabli
El libro nos lleva a una isla en que florece el deseo y la imaginación femenino, donde la antigua norma se va desvaneciendo hasta el olvido y, en El árbol de Jesé, una mujer renace como mujer-árbol.
El poder y el misterio de las obras de Sara no deja traslucir su juventud. Tiene solo 24 años. Y la firme creencia de la necesidad de abrir la mente hacia un nuevo mundo de posibilidades, los cuales nos permitan ver todo de una forma diferente, la creatividad, la sexualidad y el amor.
Mañana presenta en Barcelona su segundo libro, Conjuros y Cantos.
- Esto de ser escritora, ¿es una necesidad que has sentido siempre?
¿Qué es el siempre? puede que esa memoria-relato que construye la identidad. Me recuerdo siempre escribiendo, pero también me recuerdo siempre cepillándome el pelo o los dientes, tomando un vestido que mi madre dejó planchado encima de la cama, o robando miguitas a nuestro pan, sobre la mesa, para dárselo a los gorriones.
- ¿Puedes hablar un poco sobre tu poesía? ¿Qué significa para ti la isla de las mujeres y por qué la creaste?
Utilizo el espacio poético como lugar de mutación y recreación de lo imaginado. En el poema la vivencia, que ya es en sí misma producto de la imaginación, adquiere nuevos matices y se transforma, se multiplica abriendo vías a veces inesperadas. El poema es sobre todo el lugar donde el amor busca sus nombres. Hay ahí un deleite y también una fuerza más violenta, obstinada: el ser vivo queriendo dejar huella para vivir más tiempo, ocupando más territorios.
La isla, que aparecía como paisaje utópico en mi primer libro La otra genealogía (Madrid: Torremozas) es un universo de infinitos significados germinales. Un lugar donde poder elegir nuevas dinámicas para entender y ser con el mundo, fuera de las opresiones que recibimos al nacer, cuando heredamos la cultura heterosexual y sus lógicas de producción y regulación de lo vivo. Escribí la isla como otras tantas la escribieron, la pintaron, la hicieron con sus manos sobre el rostro de la compañera que amaban: para encontrar un lugar más afín donde sembrar las emociones y los deseos preciosos que florecían en mí y que corrían el peligro de transparentarse sobre los asfaltos de las ciudades de los hombres.
- ¿Crees que necesitamos nuevas maneras de entender el amor y la sexualidad?
- Has hablado de la importancia de escribir con placer. ¿Qué es lo que a ti te aporta placer y alegría?
Decía Gilles Deleuze que la tristeza es un efecto del poder sobre los cuerpos. Un poder que actúa sobre nosotras llevándonos a una encrucijada donde ya no podemos decidir libremente nuestro próximo paso, nuestro devenir. Los estados de libertad, de admiración y de ternura son los que me aportan placer y alegría. Estar físicamente junto a personas que mi animal reconoce como familiares y buenas.
- El empoderamiento femenino resuena con fuerza en tu poesía. ¿Qué es para ti el feminismo?
El feminismo es para mí una revolución científica, un cambio de paradigma que tiene el potencial de transformar todos los campos del saber. Y aún más importante, puede y ha de cambiar la propia idea de lo humano.
- ¿Qué o quién te inspira?
Todo lo que me enamora. Lo que llega y llegando cambia lo que antes había. Otra revolución. Entonces hay que estallar el lenguaje para encontrar nuevas palabras para contarlo.
- En un recital dijiste que ver pelis te resultó inquietante, porque nunca te sentías representada. ¿Esto, ha cambiado?
En una conversación similar, el otro día una amiga me decía pacientemente que no era el cine lo que me violentaba, sino el tipo de cine que nos ofrecen como accesible: y claro, ella tenía toda la razón. Lo mismo pasa con los libros o con cualquier producto cultural, nos cuentan relatos del ser, lecturas del mundo, que están dentro de un marco muy estrecho. En grandísima medida, toda la cultura que consumimos desde pequeñas es propaganda heterosexual, que encauza el deseo y las potencias de un cuerpo hacia el fin productivo y reproductivo.
Hubo un punto al final de mi adolescencia en el que comprendí con dolor que las películas que había visto hasta entonces, con sus relatos sobre los afectos, la muerte, el deseo, nos creaban como mujeres en gesto, tendencia y hasta emociones. Y lo que es peor, nos mostraban una serie muy reducida de devenires posibles o de “suertes” que el cuerpo-mujer podría llegar a atravesar. Esas narraciones cinematográficas de lo que puede ser vivir como mujer son casi como la estructura de una tragedia clásica, con su moralina y el reconocimiento final de verdades esenciales. Utilizan el principio de identificación de forma peligrosamente reduccionista. —Aunque también hay que recordar que siempre hay una escapatoria; quizás en una película romántica nos sentimos más identificadas con el perro de la abuela que con la novia protagonista.
- ¿Qué significa para ti la lucha LGTB y el concepto de la visibilidad?
Cada lucha tiene mucho de personal y mucho de colectivo. Desde aquí, pienso la lucha LGBT como una red de resistencias a un poder tremendo, el de la ideología heterosexual, que regula todos los espacios públicos y privados del ser porque precisamente tiene relatos para significar todo lo que en la vida nos es pensable. Pienso la lucha LGBT como una fuerza de resistencia y de creación: la creatividad es para mí el modo más eficaz de subvertir las lógicas de un sistema de poder. Aquí la escritura, el arte: reinventar los modos de relación con las personas que amamos. No seguir un modelo de pareja e imponerlo una y otra vez en nuestras relaciones: conocer y descubrir a quienes tenemos al lado a través de un fluir libre e imaginativo de los afectos. Entender y abrazar lo que nos hace bien. Y luego la visibilidad: celebrarlo, sacarlo a la calle, escribirle canciones: ir con el amor de la mano para que lo vean las niñas y sepan que es otra posibilidad para ellas.
- Con 24 años ya has logrado mucho. Hay muchas personas que no siguen sus pasiones porque teman al fracaso (o el éxito). ¿Qué consejos darías a estas personas?
Te agradezco mucho tus palabras, su generosidad, pero no creo que haya logrado más o menos. Creo, eso sí, que he pasado estos años con constante hambre de vida, siendo consciente – a veces demasiado – de que nada dura para siempre, y de que tenemos la responsabilidad y el poder de crear el paisaje donde vamos a vivir. Al margen de lo que llaman “realidad” nuestra realidad se compone con paisajes energéticos y mentales en los que la voluntad sí que cuenta. Las narrativas de éxito o fracaso son castradoras y reducen el mundo a negro y blanco, hombre y mujer, vieja y joven. Yo también tengo miedo a esas palabras, no quiero interpretar lo que me ocurre a través de un sistema de medición. Intento pensarme fuera de los juegos tramposos del dualismo, siempre en el medio, siempre en proceso: no es que esto sea fácil. Seguir las pasiones es el único modo que conozco para constatar que estamos vivas.
El 15 de junio, a las 19 horas, Sara Torres presentará en Inusual Project, Barcelona, su segundo libro, Conjuros y Cantos (Barcelona: Kriller71). En Conjuros y Cantos Sara explora el uso del hechizo a través del tiempo y en sus distintas manifestaciones – los rituales paganos antiguos o las brujas de Youtube- para elaborar una escritura poética apoyada en su fuerza performativa. Conectando esto con las teorías de la performatividad en el lenguaje desde Austin hasta Judith Butler, propone el hechizo como una de las vías más antiguas para “hacer cosas con palabras”.
Conjuros y Cantos es también un recorrido a través de aquello que conecta la escritura poética y el deseo lesbiano entendido como polimorfo y escurridizo a la norma.
Interesante entrevista, Sara Torres se intuye fascinante, me pondré en la tarea de conseguir sus libros…