El mes pasado dedicamos este espacio a la pintura contemporánea presentando a nuestros lectores a una de las pintoras de referencia del panorama actual, Verónica del Hoyo. Este mes, como combinación, hacemos una retrospectiva a las contribuciones que, durante la historia, nos han dedicado los grandes genios de la pintura.
[wzslider autoplay=”true” info=”true” lightbox=”true”]El mes pasado dedicamos este espacio a la pintura contemporánea presentando a nuestros lectores a una de las pintoras de referencia del panorama actual, Verónica del Hoyo. Este mes, como combinación, hacemos una retrospectiva a las contribuciones que, durante la historia, nos han dedicado los grandes genios de la pintura.
Cierto es que a través del tiempo, de las generaciones, de las sociedades, de las costumbres, de las leyes, de los lugares e incluso de las modas, las lesbianas y la visión que de ellas ha tenido el mundo ha sido de algo oculto, inexistente; sin embargo en otro tipo de lenguaje, aquél que se deja entender a través de la percepción por los sentidos, hemos sobrevivido al paso del tiempo, eso sí, desde la perspectiva, la mirada y el sentido que cada cual nos ha querido conferir.
En anteriores números de MíraLES hemos hecho referencia a autores que han dedicado parte de su trabajo a reflejar escenas lésbicas, a través de la vida cotidiana observada desde su propio prisma como era el caso de Toulouse Lautrec, o por medio de momentos cargados de sofisticación de la mano de Tamara de Lempicka, o acercándonos a visiones más picantes en la obra de Gerda Wegener. Sin entender muy bien el motivo, a la vez que escribo este artículo, me pregunto porqué hemos suscitado o hemos sido objeto de inspiración para muchos artistas que no estaban especialmente conectados en el resto de su obra con el motivo lésbico.
A través de la historia del arte y observando con perspectiva un orden cronológico tenemos obras que hoy día nos siguen dejando con los ojos bien abiertos. Un ejemplo de ello es el cuadro tituladoGabrielle d’Estrées con la duquesa de Villars en el baño data del siglo XVI y sus creadores son pintores franceses pertenecientes a la Escuela de Fontainebleau. Erotismo claro, pero una obra equivocadamente lésbica. Ambas modelos son hermanas, la duquesa de Villars sostiene entre sus dedos el pezón de Gabrielle, amante de Enrique IV, quien mantiene en su mano izquierda un anillo, regalo del rey. Este tipo de pinturas estaban destinadas a ser colgadas en las habitaciones y recintos íntimos de las recién casadas parejas para estimularles. Ese es el objetivo, en este caso, por el que se aduce a la escena lésbica, por supuesto las interpretaciones han sido varias desde entonces. Este cuadro se encuentra actualmente en el museo del Louvre de París.
Jean-Jacques Lagrenée, contemporáneo de la reina María Antonieta de Francia, a la que se le atribuyeron adjetivos tales como sádica lesbiana y quien fue acusada de liderar un grupo llamado “Las safistas”. La obra muestra a dos mujeres en actitud sexual, por lo que puede deducirse del cuadro, tras un placentero final, envueltas en un marco de cortinajes rojos que refuerzan la intensidad de la estampa en el más absoluto secreto de su alcoba. La obra es del siglo XVIII y su nombre es Les deux amies.
El sueño, obra de Gustave Coubert, pintor francés del siglo XIX, una de sus máximas: “Si dejo de escandalizar, dejo de existir”, polémico en la selección de sus motivos pictóricos y profundamente naturalista y de marcada tendencia al realismo. En esta obra elegante se refleja el sueño de dos mujeres, brazos y piernas entrelazados en un marco de terciopelo azul. Fue un cuadro controvertido para la época, tanto por el tema que esconde como por la increíble y fuerte sexualidad que emana. La obra se encuentra en el museo de Petit Palais de París.
Como representante del sigo XX, Pablo Ruiz Picasso también contribuyó a la causa con dos cuadros diferentes que comparten título. El primero un desnudo de dos cuerpos femeninos de su época azul denominado Les deux amies de 1902 y una obra cubista que representa a dos mujeres en actitud diferente, pero también sensual de 1965.
Aunque el grosso de las probabilidades indica que el uso de la figura lésbica, tratada por autores masculinos, siempre o casi siempre, es enfocada hacia la representación de una actitud sexual, probablemente más enlazado con fantasías o juegos sexuales, quizás alejados para nosotras, sí queda constancia de nuestro paso, aunque imperceptiblemente realista, por la historia.
Más información:
www.historiadelarte.us
www.historia-del-arte-erotico.com
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