Hay que reconocerlo. No somos fáciles. Muchas veces cuando tenemos novia queremos estar solteras y, cuando estamos solteras, no vemos la hora de emparejarnos otra vez. O peor, pensamos que queremos una cosa y, cuando lo conseguimos, nos damos cuenta de que en realidad no era lo buscábamos.
“¿Qué coño quieren las lesbianas?”, me preguntaba el otro día una novata que conocí en un bar. “No soy fea, creo que estoy bastante bien, soy emocionalmente estable, tengo un trabajo serio, soy independiente. Pero nada. Las chicas que me gustan están pilladas por otras que son inestables, difíciles, complicadas, caprichosas. No entiendo, ¿qué coño quieren las lesbianas?”.
La novata motivó mis reflexiones. Pareciera que el amor de verdad no se da sin obstáculos, pienso en mi vida y es como si aquellas pasiones sin desazón, escollos, marrones, lágrimas y luchas (al principio) no se sintieran dentro de mi lo suficientemente intensas. Enmarcadas en la idea de que lo que no cuesta no vale tanto.
Quienes hayáis tenido la paciencia de seguir esta columna todos los meses estaréis enteradas de lo mal que me ha sentado perder el culo por Ana, la chica de una de mis mejores amigas, Ángela. Después de un tiempo sumida en este estado de alma bastante taciturno había decido olvidar esta obsesión y cobijarme en los oportunos brazos de Sandra, una chica con la que me había liado hace varios meses. Nos llevábamos bien mientras estuvimos enrolladas. No era un amor ferviente ni digno de inspirar a ningún escritor de novelas rosas. Pero era cómodo. Más tarde ella se fue a vivir a Londres, pero su proyecto de loca independencia le duró cinco meses.
Hace tres semanas regresó. Nos encontramos de casualidad en un bar y ya todo lo que tenía que pasar pasó. Y tan agusto.
Cuando las atenciones de Sandra suavizaban mi desazón de desear a Ana y no tenerla, Dios decidió divertirse un poco más a mi costa y un martes cualquiera me llamó mi amiga Ángela para soltarme como si nada: “Ana y yo lo hemos dejado. No quiero hablar de esto, de verdad. ¿Puedes ir a su casa a buscar mi portátil y mis cosas? Creo que es mejor que no nos veamos por un tiempo. Sé que han sido pocos meses de relación, pero me ha jodido”.
La alegría, y la culpa de sentirla, reordenaron la circulación de mi sangre, y me impidieron centrarme en tareas tan sencillas como escoger muy minuciosamente cada una de mis prendas de vestir para presentarme en casa de Ana. Un par de horas más tarde, cuando Ana me abrió la puerta parecía triste, abatida. Muchas cervezas después ya estaba ella más animada y sonriente, y yo más embobada de verla tan guapa y tan cerca de mi. Solas, por primera vez.
Por respeto al peso de mi conciencia no entraré en detalles. Sólo reconoceré que, al despedirme de Ana, mi cuerpo ahogó la voz de Pepe grillo, la cogí de la cintura y la besé. La besé como se besa en los sueños a esas personas que en la realidad no podemos besar. Y justo cuando pensaba que, como otras veces, todo era una ilusión producida en la etapa REM, ella me devolvió el beso a quemarropa.
Al cabo de un rato, demasiado corto para mi, nos despegamos y me fui a casa. Qué poco me parecía en ese momento a lo que siempre he sido. Con una risita tonta rompiendo mi habitual inexpresión facial.
Ya acostada en mi cama, cuando aún no me desprendía de las sensaciones, otra vez Ángela al teléfono: “tía, no puedo dormir. Es que no quiero perderla. Es cierto que yo a ella ya no la veo tan entregada, o tan pillada como yo y no sé, quizás vaya a sufrir, pero bueno, ¿me arriesgo, no?, ¿trato de reconquistarla? Es que estoy pilladísima. No sé, lo mismo voy a su casa ahora y la sorprendo. ¿No soy yo la que siempre dice que hay que luchar por el amor?”.
¿Qué coño queremos las lesbianas? ¿Qué quiere Ana mareando con Ángela y conmigo?, ¿qué quiere Ángela luchando por una chica que no siente tanto como ella y que seguramente le va a romper el corazón otra vez?, ¿y yo?, ¿de qué cuento de inestabilidad lésbica me escapé? Justo cuando aparece Sandra a darme algo que necesitaba, cierto nivel de estabilidad, de mimos, de tranquilidad y compromiso, yo tengo la cabeza y la piel en otro lado. ¿Qué coño queremos las lesbianas? Pues a veces sólo complicarnos la vida.
“Sólo complicarnos la vida”
Si, muy cierto, es tan simple y complejo como eso.
Pues como cualquier mujer, buscamos lo imposible… 🙂
Creo que ese es un defecto que compartimos todos los humanos. Ya sabes, cuanto más nos cuesta alcanzar algo, más placer sentimos al conseguirlo. Si creemos que tenemos algo con demasiada facilidad no lo valoramos del mismo modo. Conclusión: Sí, nos encanta complicarnos la vida… 😛
Muy bueno tu post.
Un saludo.
Complicaros la vida no, lo que pasa es que estáis enamoradas y lucháis por el amor hasta que veáis que Ana no es la persona que necesitáis. Lo que no entiendo es por qué ese empeño en estar con Sandras de las que no estáis enamoradas. Te quejas de que no sabes lo que quiere Ana besándose contigo pero qué haces tú besándote con Sandra si no la quieres, si sólo te aporta esa estabilidad que anhelas, si le acabarás rompiendo el corazón, que es lo mismo que le criticas a Ana. A veces es mejor estar sola y esperar que venga un amor verdadero que con el tiempo se convertirá en estable que intentarlo con mil y romper siempre. Lo que os pasa es una cosa: no sabéis estar solas. Aprended a ser felices con vuestra vida.
Ah, y aprovecho para decir que las tías creídas que tienen el mecanismo automático de que cuando consiguen a la chica que quieren les deja de gustar porque sólo las ven como un reto me parecen lo peor. No se puede tener un ego y una vanidad que me repela más.
La gente no sabe estar sola. Ese es mayor de los problemas de las relaciones, ya sea entre lesbianas, heteros, bisexuales o cualquier persona del planeta.
@elenuskienf
Es verdad que no sabemos estar solas, pero para eso está la amistad y la buena amistad, y no el marear a personas de las que no estamos enamoradas y a las que haremos sufrir por nuestro miedo egoísta a estar solas, del que ellas no son culpables. Y no sólo eso sino que nos engañaremos a nosotras mismas y al final sentiremos que no hemos vivido esa historia especial que queríamos vivir y tenemos en la cabeza.
La amistad, en los tiempos que corren, es complicada, seamos sinceras. Hablo de amistad sana, sin sexo de por medio (entonces no es amistad, es algo más, por lo menos, para mí). Aparte, que la gente es bastante interesada y utilizan el término “amistad” para otra cosa que no tiene nada que ver. Es penoso. Me entristece que si una chica no consigue lo que desea de mí (sexo, relación, lo que sea) me deje tirada, y reconozco que a veces extraño más una buena amiga que una amante o una novia (estas últimas vienen y van). Lo puedo entender, y lo respeto, vaya, que cada una busque lo que quiera, pero no deja de ser penoso que una chica (incluso chicos, que esto de generalizar géneros no mola) no mire más allá del folleteo o del amor.
Qué razón, strikes back. Cuando no te quieren para lo que te quieren, pasan de ti y adiós muy buenas. Dónde ha quedado la persona, el hacer sentir bien a los demás, el compartir sea como pareja o como amiga? Parece que no se busca calidad humana sino más bien alguien que te encante de forma ilusoria, alguien dispuest@ a subirte la autoestima y el amor propio y que quizás en el futuro te acabe rompiendo el corazón
Es más: si el hecho de tener una pareja hace que te alejes de tus amigos, seguramente estarás más sola que antes de tener pareja, porque los amigos siempre están ahí y las parejas no siempre duran. Así que a quien le pase eso, que se lo haga mirar.
Toda la razón. La amistad dura para siempre, el amor va y viene. Y si una es capaz de dejar de lado a sus amistades, familiares y demás por supuesto amor… chungo.
Las mujeres somos así, nos empeñamos en buscar algo mitómano o imposible, cuando en realidad es más sencillo de lo que parece. Es horrible utilizar a alguien para no sentirse sola o para que te aporte cierta estabilidad. La estabilidad no se aporta, se crea entre dos. Cuando quieres encontrar el amor de tu vida no te empeñas en buscarlo, surge solo, cuando menos esperas. Queridas hermanas, para saber estar con alguien, hay que saber estar sola también.
Creo que es falta de amor propio, buscamos engancharnos en el drama que nos proporciona la adrenalina de vivir en una montaña rusa, y eso creo que tiene el mismo origen que el mito de que somos “medias naranjas” de alguien, cuando aprendemos a estar bien a solas con nosotras, se acaban las ganas de buscarnos el dramón! (Lo hablo desde mi experiencia, que sigue en proceso de soltar los dramas)
Primero felicitar la sinceridad con la cual desnuda su vida y la comparte la doctora Dietrich del post, muy independientemente de dejarnos como mujeres q nos gusta complicarnos la vida por ene motivos.
Segundo estoy de acuerdo con R, Strikes, Elena y Lau, hay un especie de orfandad individual q solo parece q lo tienes q llenar con esa adrenalina nociva de estar con alguien q nos complica màs la vida, en vez de buscar una relación sana y es básicamente por no saber estar sola.
Un amor, una relación no se busca, se construye en base a dos personas q buscan hacer un proyecto juntas con todo lo q eso implica.
Por otro lado hay una frase q dice: “las novias pasan las amigas quedan” y no hay nada màs cierto q eso, es normal q una cuando se ennovia pues se aleja un poco de las amistades para cimentar la propia relación y ambas partes deben entender ese proceso, pero otra muy distinta olvidarse de las amistades q siempre estan ahi pase lo q pase.
Gracias y saludos a todas.