Como era de esperar, mi actual incursión en el estudio de la prostitución desde un punto de vista feminista me ha metido de lleno en el agrio debate entre los dos sectores enfrentados: abolicionistas y regulacionistas, justo en donde yo no quiero estar porque, como he explicado, no me identifico mi posición con ninguna de estas dos posturas y creo, además, en la necesidad de que existan posturas mixtas, que no quiere decir centradas o relativistas.
Pero hace muchas décadas que las feministas hacemos lo contrario cuando nos enfrentamos a la cuestión de la prostitución y, desgraciadamente, en muchas ocasiones las buenas intenciones de un debate sosegado, en el que se escuche a la otra parte, en el que no se pretenda suplantar la voz de nadie, en el que se de opción a la razón sobre la emoción, se hace difícil. Hace unos días, una persona contraria a mi postura sobre la prostitución trataba de deslegitimar mi derecho a opinar sobre la prostitución basándose en dos objeciones: una que no soy prostituta (ella sí) y la segunda que no soy heterosexual (supongo que ella también).
La necesidad de que las prostitutas opinen sobre cualquier política que se vaya a implementar sobre la prostitución es algo obvio. Eso no quiere decir que sea la única voz que haya de tenerse en cuenta. La prostitución es una práctica personal y una institución política que nos afecta a todas las mujeres como género. Eso lo admiten incluso las más conspicuas regulacionistas cuando explican, con razón, que la prostitución es la manera que el patriarcado tiene de dividir a las mujeres en buenas y malas y de controlar así la sexualidad femenina. Entonces no hay duda, nos afecta a todas. Pero por si fuera poco, además, las mujeres que se dedican a la prostitución tienen todo tipo de opiniones sobre la misma: las hay partidarias de la regulación, las hay partidarias de la prohibición, las hay partidarias de dejarla en la alegalidad…No existe una sola voz de las mujeres que se dedican a la prostitución, ni una sola voz de las feministas tampoco. Todas tenemos derecho (y las feministas casi obligación) a formarnos una opinión sobre la cuestión. Pero no era de esto de lo que quería hablar.
La prostitución no tiene que ver con la sexualidad femenina, sino con la sexualidad masculina. Ellas no practican sexo, simplemente ponen su cuerpo y ciertas capacidades al servicio de la sexualidad masculina, a disposición de una determinada concepción patriarcal de la sexualidad, así que su sexualidad, su deseo o su propio placer (el de ellas) no tiene espacio en esta ecuación. En este sentido existe casi unanimidad entre las mujeres que se dedican a la prostitución en describir que lo suyo no es sexo sino trabajo y muchas de estas mujeres han descrito también las estrategias que tienen que emplear para poder diferenciar su trabajo de su propia sexualidad de manera que puedan preservar ésta y disfrutarla. Hoy día para que una experiencia se considere sexual tiene que haber como poco deseo. El androcentrismo imperante nos lleva a considerar sexo lo que sólo es sexo para ellos. Como no es sexo, tampoco es relación heterosexual, al menos para las que están trabajando (sean ellas heterosexuales o no). Para los clientes, en cambio, es ambas cosas, y para el feminismo es interesante también la relación que existe entre heterosexualidad, coitocentrismo y patriarcado, pero ese es otro tema.
Recuerdo hace muchos años, más de treinta, cuando yo era muy joven y acudía a un bar de lesbianas muy cutre porque por entonces casi todos estos lugares lo eran. A veces llegaba el amanecer y yo seguía allí dentro ligando o tratando de ligar. Me acuerdo perfectamente que sobre las cinco o las seis de la mañana llegaban unas chicas que nos sorprendían porque entraban en el local a la hora en la que las demás nos marchábamos. Más adelante llegué a conocerlas y eran prostitutas que recaban por allí al acabar su trabajo; eran prostitutas y lesbianas y por eso acudían a un bar de lesbianas. Supongo que su lesbianismo no les impediría realizar su trabajo prostitucional exactamente igual que cualquier otra mujer heterosexual, ni más ni menos. Sin placer ni para ellas ni para las heterosexuales, sin deseo, a veces con asco, otras con indiferencia.
En fin, suponer que las lesbianas estamos imposibilitadas para practicar el coito o cualquier otro ejercicio sexual heterosexual con la misma convicción y capacidad que las mujeres heterosexuales es absurdo como poco. Hasta hace relativamente poco tiempo lesbianas y heterosexuales se enfrentaban a las relaciones sexuales obligatoriamente heterosexuales y obligatoriamente coitales y androcéntricas de la misma manera, como parte obligada del guión de género. En cuanto a suponer que porque me declaro lesbiana no he tenido relaciones heterosexuales placenteras o no he sido heterosexual es tener una idea muy limitada de las identidades y del deseo.
Por fin alguien habla del tema
Siempre me gustan tus artículos Beatriz, pero este me ha dejado encantada- Bravo
Me alegra que alguien hable de un tema tan común entre trabajadoras sexuales. Como lesbiana y, actualmente, prostituta, puedo asegurar que muchas de mis compañeras de trabajo, no sólo mantienen habitualmente relaciones con otras mujeres, sino que en muchas ocasiones sus parejas son chicas que han conocido en el mismo local en el que trabajaban. Para ellas, como para mí, es tan sencillo en la práctica qué es una relación sexual y qué es una relación de trabajo, que todo debate se queda como una forma de ping pong teórico absurdo a la hora de vivirlo en primera persona.
Hola Mafalda, muchas gracias por tu comentario. Desde MíraLES nos interesan mucho estos temas. Sobre todo lo que está relacionado con quitar los prejuicios de encima. Sería posible que te hiciéramos una entrevista? (respetando toda la confidencialidad que quieras tener).
Muchas gracias y saludos!
Hola, chicas. Os envié un mensaje a vuestro e-mail comentándoos que por mí estaría encantada de poder aportar información sobre el tema, siempre y cuando podamos tener en cuenta que lo que sí voy a respetar en todo momento es el anonimato de quienes trabajan conmigo, los lugares en los que he estado,… a la hora de publicarlo. Además, no tengo ningún problema en mostrar mi identidad. Un abrazo.
Yo estaria muy interesada en leer esa entrevista
Hola Mafalda… me gustaría ponerme en contacto contigo. Espero que podamos hablar pronto en privado por e-mail.
Un saludo.
Yo estoy soy abolicionista completamente y si ya me parece horrible que un hombre pague por el cuerpo de una mujer, me parece aún más espantoso que otra mujer pague por el cuerpo de una.
Si existe la prostitución lésbica, sobre todo en Estados Unidos y Europa. Y existe la de lujo entre mujeres ricas y jovencitas de agencias.
tontas las que dicen que no se puede pagar por el cuerpo de una mujer, siendo mujer…
en que mundo vivís? en el de yupi?