Loïe Fuller, la revolucionaria bailarina lesbiana que una película metió en el armario

Este artículo bien podría llamarte “Loïe Fuller, la bailarina que pudo desterrar del podio a Isadora Duncan”. Hubiera sido más justo con su memoria, pues fue una bailarina incomparable a la que la Historia no ha tratado como se merece. Pero nos vemos en la obligación de contar su luminosa vida denunciando a la par que en pleno siglo XXI exista todavía una censura capaz, no solo de ocultar la condición homosexual de una personalidad histórica, sino de inventarle un novio.

Increíble pero cierto. Pero empecemos por su vida.
Loïe Fuller no era hija de bailarines ni tuvo la suerte de aprender danza desde pequeñita. No tenía cuerpo de bailarina ni habitaba un mundo que le facilitase serlo (era mujer y granjera en el siglo XIX), sin embargo tenía talento. Más que talento tenía magia. Tenía algo especial. Diferente. Bello. Todo eso le llevó a tener a sus pies nada menos que a la Ópera de París. Su obstinación la llevó de la granja familiar a codearse con personalidades como Édison, con quien compartió investigaciones sobre electricidad, o Rodin, que se mofaba de no poder esculpirla porque nunca estaba quieta.  El recuerdo de su imagen está siempre acompañado de largas telas que Loïe movía como si su cuerpo no fuese un cuerpo, sino el viento.

Loïe bailó hasta que le sangraron los pies. Tal era su esfuerzo que no dejó a nadie indiferente y, sin llegar a alcanzar nunca su fama, llegó a competir con la mismísima Isadora Duncan. 

Fuller tuvo una relación muy conocida con su asistenta, Mélanie Thierry. Algo que todos esperábamos que saliera en la película La danseuse, que habla sobre su vida y sus logros en la danza. No es que quisiéramos que fuera una película lésbica más, sino que esperábamos que se respetara su realidad. ¿Te imaginas que hacen una película sobre tu vida y te inventan un novio? Pues eso es lo que ha hecho la película de 2016 dirigida por Stéphanie di Giusto y protagonizada por Soko, la que fuera hace unos meses novia de Kristen Stewart. Varios medios preguntaron a la directora sobre este cambio de guión, a lo que ella argumenta que su vida privada no es importante para la película. Podríamos entenderlo perfectamente, si no fuera porque no solo Mélanie Thierry pasa a ser un elemento decorativo en la película sino que Louis Dorsay, personaje totalmente inventado, ocupa su lugar como pareja. Una cosa es que no importe tu orientación sexual a la hora de contar una parte de tu vida, y otra muy distinta es que se inventen que eres heterosexual.

Seguro que te mueres por saber la excusa que puso la directora para hacer tal sacrilegio. Pues bien, estas fueron sus palabras: “Me he tomado la libertad de inventarme a Louis Dorsay. Sentía la necesidad de una presencia masculina en este film poblado de mujeres“.

A nosotras se nos ha quedado la misma cara que a ti. 

Aunque la homofobia se vista de excusa, homofobia se queda, señora di Giusto. 

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