Mariana Solange Gómez estaba besando a su mujer, Rocío Girat, en Constitución (Argentina) cuando la policía la intercepto para detenerla. ¿Los delitos? Una supuesta resistencia a la autoridad. Según cuentan la policía vino hasta ellas a petición de un trabajador de Metrovías, donde se encontraban, que les recriminó el besarse en público. Las autoridades las golpearon, redujeron a una de ellas en el suelo y le hablaron como si se tratara de un chico para posteriormente detenerlas y mantenerlas en el calabozo durante horas a decisión de la jueza de turno, María Fontoba de Pombo.
El expediente es un show en sí mismo: “Procesada por fumar”.
No parece que siquiera se esforzaran mucho en darle apariencia de realidad pues, aunque en Metrovías no esté permitido fumar, los testigos afirmaron que mucha otra gente estaba fumando. Una vez en comisaría, las chicas afirman que las aseguraron que iban a pasar allí la noche y las exigieron que acreditaran el vínculo entre ambas.
Hoy en Buenos Aires mucha gente se ha organizado para protestar con un “besazo grupal” por la detención de Mariana y Rocío y para presentar un recurso ante la Justicia.
Toda una demostración de fuerza que confiamos haga dudar al siguiente oficial que tenga el impulso de recurrir a su autoridad para descargar su homofobia.