Hay mujeres valientes que nos inspiran y que se ganan todo nuestro orgullo y admiración. Es el caso de Brenda Biya, la hija de 27 años del presidente de Camerún, Paul Biya.
Camerún es un entorno muy hostil para el colectivo LGTB. Las relaciones entre personas del mismo sexo están penadas por la ley. Ser gay o lesbiana es ilegal. Puede costarte 5 años de cárcel, además de penas económicas.
Paul Biya, de 91 años, lleva más de 40 en el poder. Brenda subió una foto a su cuenta de Instagram besando a su novia, la modelo brasileña Layyons Valença. “Estoy loca por ti y quiero que todo el mundo lo sepa”, decía la publicación.
Días después Brenda concedió una entrevista al periódico Le Pariesien, donde contó que quería cambiar las cosas en Camerún. “Hay muchas personas en mi misma situación que sufren por ser quienes son. Si puedo darles esperanza, ayudarles a sentirse menos solos, si puedo enviarles amor, soy feliz”.
En la entrevista Brenda reconoció que era demasiado pronto para legislaciones más avanzadas, como podría ser el matrimonio igualitario. Pero clamó por primeros y significativos pasos, como abolir la pena de cárcel.
La familia Biya se ha tomado muy mal este acto de rebeldía lésbica. El primero en llamar a Brenda, que vive en Suiza, fue su hermano, enfadado porque no se lo contó antes a él. Después la llamaron sus padres exigiéndole que retirara la foto. Ella se negó. “Desde entonces solo ha habido silencio”, dijo.
Una organización homófoba de Camerún ya ha presentado una denuncia contra Brenda. “Nadie está por encima de la ley”, afirmaron los portavoces.
En Camerún la sociedad está dividida entre quienes desprecian a Brenda y esperan que sea encarcelada, entre quienes piensan que se puede permitir ser lesbiana impunemente desde su privilegio, y entre quienes alaban y agradecen su valentía, como es el caso de Anita, una mujer lesbiana entrevistada por DW News.
Cuando sus vecinos descubrieron que tenía una relación lésbica la golpearon, amenazaron con violarla y la denunciaron a la policía. “Espero que algún día pueda expresar mi amor libremente como Biya, sin prejuicios. Sobre todo que me respeten y acepten como ser humano. Ahora temo por mi vida todos los días, temo coger la mano a la persona con la que comparto mi vida porque puedan meterme a la cárcel”.