Ielena Kostyutxenko (Iaroslavl, 1987) es una periodista rusa en el exilio que ha arriesgado su vida por dar voz a las personas silenciadas en su país, especialmente a la comunidad LGTBIQ+. Su historia es la de una mujer que ha enfrentado amenazas, violencia y censura, pero que nunca ha dejado de luchar. Su libro El meu país estimat (Mi país querido), recientemente publicado en catalán, recoge testimonios y crónicas publicadas en el diario Nóvaya Gazeta, el último medio independiente de Rusia, que fue clausurado por su postura crítica contra el régimen de Vladímir Putin.
Ser lesbiana en Rusia no solo es un desafío personal, sino una cuestión de supervivencia, y así lo cuenta en una entrevista a El Diario. “En mi país, no puedo estar tranquila siendo mujer, y mucho menos siendo lesbiana”, afirma Kostyutxenko. La homofobia no es solo un prejuicio social, sino una política de Estado. Las leyes contra la “propaganda LGTBIQ+” impiden cualquier tipo de visibilidad, y la violencia contra la comunidad es frecuente. “En la primera marcha del Orgullo en Moscú en la que participé, terminé en el hospital tras ser agredida por manifestantes contrarios”, recuerda.
A pesar del riesgo, la periodista nunca ocultó su identidad a sus allegados. “La primera persona a la que le dije que era lesbiana fue mi mejor amigo, Tolia. Yo estaba en el hospital por una inflamación menor y lo llamé para contarle algo importante. Cuando finalmente le dije: ‘Tolia, soy lesbiana’, él respondió: ‘¿Y qué?’. Para mí, ser lesbiana era algo horrible, así se vive en mi país”.
Sin embargo, su percepción cambió cuando conoció a los activistas LGTBIQ+ de Rusia. “Al principio, los veía como personas extrañas y algo desquiciadas. Pensaba que nuestros derechos eran algo fácil de reivindicar, que solo tenía que salir a la calle, vestirme bien y sonreír para que la gente me entendiera. Pronto entendí que no era así”, confiesa. La represión estatal convirtió la lucha por los derechos en un acto de resistencia extrema. “Ahora mismo, la clandestinidad es la única opción. Estoy colaborando con un grupo de lesbianas que incluye a 400 mujeres de toda Rusia. Viven vidas muy secretas y están muy bien organizadas”.
El nivel de violencia que enfrentan las personas LGTBIQ+ en Rusia es brutal. Kostyutxenko ha recibido amenazas de muerte constantemente. “Cuando abría los mensajes en redes sociales, leía cosas como: ‘Te vamos a quemar viva’, ‘Te vamos a cortar la cabeza’, ‘Te violaré hasta que mueras’. Nunca sabía si me amenazaban por ser periodista, por ser lesbiana, por ser activista o simplemente por ser mujer”, relata.
Su exilio no fue una decisión, sino una necesidad. Tras la invasión rusa a Ucrania en 2022, su propio diario le advirtió que los soldados rusos conocían su paradero y tenían órdenes de matarla. Desde entonces, ha vivido en diferentes países, hasta instalarse en Boston. Sin embargo, su seguridad sigue en riesgo. Durante un viaje a Múnich, fue diagnosticada con un posible envenenamiento, que atribuye al Kremlin.
“Es muy doloroso para mí describirlo, pero mi país está enfermo de fascismo. El nivel de represión solo se puede comparar con la época de la Unión Soviética”, denuncia. A pesar del miedo, Kostyutxenko sigue escribiendo, sigue denunciando y sigue luchando. Porque para ella, el silencio nunca ha sido una opción.