Hay ganas de Orgullo. Pero también necesitamos ganas de luchar por él

Por María Jesús Méndez

Orgullo.

¿Qué es esa palabra para ti? Supongo que para todas tiene un significado muy particular, muy íntimo y muy ligado a las experiencias personales, a los abismos contemplados y los infiernos atravesados, que han podido ser malas experiencias en la etapa escolar, una agresión en la calle, o el rechazo y la indiferencia de alguien que nos importa. 

Para mi, a mis 41 años, Orgullo es haber creado hace 13 años esta revista y generar un espacio virtual para muchas mujeres lesbianas y bisexuales. Orgullo es contemplar a mis dos preciosos hijos, dos chicos a los que educo en diversidad y respeto, darles herramientas para que puedan alzar la voz ante alguna injustica, ante la LGTBIfobia. 

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Orgullo es decir con orgullo que soy lesbiana, que soy madre, que soy madre soltera, que soy activista, que soy muchas cosas y que todas están atravesadas por mi orientación sexual y la lucha por la visibilidad. 

Hay ganas de Orgullo, lo noto. Dos años de pandemia que nos quitaron nuestra reivindicativa fiesta de color arcoíris por las calles, se notan. 

Pero no solo necesitamos ganas de Orgullo, necesitamos ganas de luchar por él, de defender cada centímetro de espacio conquistado. Porque hoy, en 2022, cuando muchas personas piensan que tenemos todo conseguido, es necesario recordar que se ha generado una polémica absolutamente bestial por un casto beso lésbico en una película de Disney, Lightyear. Un beso entre dos mujeres que se aman y tienen un hijo, que ha llevado a 14 países ha prohibir que en sus fronteras pueda verse ese beso, pueda verse ese amor. 

Porque hoy, en 2022, las agresiones al colectivo LGTB han aumentado casi un 50%, según el Observatorio contra la Homofobia. Porque España ha bajado al puesto número 11 de ranking internacional de ILGA sobre derechos LGTB. En 2011 éramos el segundo. 

Porque este año pasarán los manifestantes en Madrid, pasarán nuestras carrozas, y la bandera arcoíris no estará colgada en el Ayuntamiento. Ya no hay guiño para nosotros. No. Ahora los discursos de odio se van aproximando más y más a los puestos de poder. Y da miedo. Y da pena. 

Somos testigos de la historia, y vemos que de un momento a otro podemos perder nuestros derechos más básico. Acabamos de ver cómo el aborto en Estados Unidos dejó de ser un derecho constitucional. Y escuchamos a Kamala Harris decir que lo siguiente podría ser el matrimonio igualitario. 

Y si pasa en Estados Unidos, ¿por que no en España?

Hay muchas ganas de Orgullo. Pero necesitamos agregar ganas de lucha. Para que en unos años más podamos mirar atrás y sentir la satisfacción de no haberles dejado pasar. De mantener la LGTBFobia institucional y callejera a raya. De haber puesto siempre en primer lugar nuestro amor. 

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