Ganador “Erótica literatura” – Mi habitación huele a sexo

#SemanaErotica MiraLES.

Y duerme a mi lado, tan bella, tan linda. Y duerme exhausta, tan ausente, tan tranquila. Y duerme desnuda, arropada por mis besos, abrazada a mi ternura.

La habitación huele a sexo, la habitación huele a alcohol, la habitación huele a una mezcla de vodka y ron, la habitación huele a ti y a tus ganas, la habitación huele a mí y a mis ansias, la habitación huele a nosotras, enredadas.

Me muerdo el labio al recordar cómo me atacaste nada más llegar al portal. Fue girar la llave, sacarla de la cerradura y embestirme por atrás, cual miura. Empotrarme contra la pared fue el comienzo de mi tortura y notar la fría pared lo que desató mi locura.

No sé quién de las dos comenzó a besar, tampoco sé si eso ha de importar. Si fui yo la primera, me he de sincerar, tenía tantas ganas que no paraba de temblar, no sabía qué hacer ni cómo actuar, resultado inevitable, cuando alguien te vuelve loca de verdad. Me sobraban las manos, te lo tengo que confesar, no sabía cómo usarlas y si te iba a molestar. Las coloqué en tus caderas, para comenzar, apretándote junto a mí, te quería notar. Tú te dejabas, tú accedías, tú te arqueabas mientras sonreías. Tú me besabas, tú me mordías, tú me separabas y luego a mí volvías. Mis manos temblaban ansiosas sobre tus caderas, querían ascender por la ruta de la seda. Y ascender, ascendieron, como un cabo lo hace a sargento, como un alpinista, al firmamento, como lo hacen mis manos a tus senos. Y es increíble ver cómo me recibieron, fuertes, tersos, que en mi boca ardieron. Noté tus pezones erectos, muy erectos en mi boca, al contacto con mi lengua viperina, al contacto con mi lengua intranquila, que no paraba de moverse. Primero en círculos alrededor de tu aureola, despacio, sin prisa, recreándome yo sola, recreándome en la perfección de tu pecho desnudo, arropado a saliva, arropado a base de mi lengua fría, arropado por estos labios que morderte querrían.

Y tu humedad comenzó a hacerte mella. Lo noté en tus gemidos, en tus jadeos, en tus suspiros. Lo noté en esos besos furtivos, lo noté en tus manos borrachas, que a trompicones por mi piel se desplazaban, que no hacían autoestop ni paradas. Lo noté en esas manos que me agarraban, que me apretaban, que me impactaban. Que viajaban hasta arriba de mi torso, que viajaban por toda mi espalda, que bajaban. Que como un tiovivo, no paraban, subían para volver a bajar. Eran nómadas de mi piel, no se decidían.

Plena madrugada de abril, las dos en mi portal y cachondas a morir. No era el sitio ideal, teníamos que subir, que para eso tenía una casa y una cama donde de placer hacerte morir.

Tengo cerveza fría, por si te quieres servir, el abridor está guardado en aquel cajón de ahí.

Vamos a lo que vamos, no me dejes así me susurró su mirada teñida de azul añil.

Me la llevé entre besos a mi habitación, abrí la puerta y quité el edredón. La lancé con ansia encima del jergón. Cuenta atrás tres, dos, uno y comienza la acción. De rodillas a tu lado te desabrocho el pantalón y con mimo y cuidado, lo deslizo hasta el exterior. Casi en penumbra te quedas en ropa interior, aunque poco te iba a durar porque ya tenía mucho calor.

mirales.es Tu sexo me llamaba a gritos, tu entrepierna jadeaba mi nombre y yo acudí, presta y veloz a ella. Aparté la braguita hacia un lado, comprobé tu humedad con mi mano, mil barbaridades te hubiera gritado al comprobar que mi lengua era el órgano más deseado.

Deseaba disfrutar en tu centro de gravedad, donde residía tu bien y tu mal, tu calma y tu tempestad, tus terminaciones nerviosas y tu palpitar. Lamer tu intimidad, deseaba hacerlo hasta la saciedad, saber el principio, pero no el final de este placer que de seguir así, a mi cuerpo hará explotar.

Deseaba que en mi boca, llegases al final, que gritases alguna barbaridad, que entendieses que esto es lo mejor que me podría pasar, ser de tu clímax, testigo principal.

Pero tú también me querías tocar y con mis curvas y mis besos, acrecentar tu humedad. Tus manos me buscaban, me arrastraban, me encontraban, me llevaban en volandas. Besas tan bien, que me hacías agua. Besas tan suave, que nada más me hacía falta.

Tus manos buscaban mi placer, tus manos me buscaban y me encontraron en ti, en tu propia piel. Tus manos surcaban mi vientre como un bajel, buscando puerto hasta llegar a mi desnivel. Ven, entra, pasa, empápate y quédate en él.

Mi voz se entrecortaba con mis suspiros, mi voz tembló al decirte lo que necesito, mi voz se apagó por un beso a fuego esculpido, mi voz va in crescendo al notar tus manos y a tus dedos causantes de mis gemidos.

Mi vientre siente como un estornudo, tiembla radiante y desnudo. Mi vientre se contrae, no lucha, no finge, se deja llevar. Y grita y jadea hasta la saciedad, no me importa si me escucha toda la vecindad.Entendiste las mil explicaciones que te brindé y, sin darme tiempo, me quemó hasta la piel. Me encanta sentirte así, dentro de mi ser, que tengas el don de con un solo dedo, hacerme obedecer. Porque tienes el control, tienes el timón, porque gobiernas desde lo que cubre el pantalón hasta lo que quema la razón. Y a base de círculos noto que llego a la extenuación, no pares de moverte, ahora sí que no. Si quieres que me corra, no cambies el ritmo ni la presión, que ya noto cómo me invade el calor.

mirales.es

Y alcancé el clímax entre besos, alcancé el clímax entre tus sugerentes pechos que golpeaban mi imaginación despistada. Jadeé, temblé y me corrí entre espasmos. Pero tú no has llegado y a ello me debo. Descendí mis manos, acaricié tus pechos, presioné, lamí y jugué con ellos, ya están erectos. Pero no me entretengo, no debo. Sé dónde me dirijo, a donde sale el fuego, a la fuente de calor y de desasosiego. Entre tus piernas está el origen y la solución la conozco, no titubeo. Te arranqué las bragas con un solo jadeo. Desnuda en mi cama, desnuda y mojada, desnuda y preciosa ahí tumbada, desnuda y mis manos desmayadas. Comencé a tocarte despacio, a ritmo de son, a ritmo de miel, a ritmo de poesía sobre tu piel. Descendieron mis dedos y le siguieron mis ganas de ti, mujer. Y acariciaron tu sexo, por doquier. Me guié por tus jadeos, por tus gemidos, que son mi mapa y la brújula de tu placer. Así que no los silencies, deja que salgan y que griten…

Y tu clímax llega entre murmullos indecentes, entre labios rotos de besos y entre jadeos… Tu clímax llega incrementando mis ganas de ti, tu clímax llega y silencia el mundo, me silencia a mí. Tu clímax llega y empapa todo mi ser, todo mi mundo.

Mi habitación huele a sexo, mis manos huelen a sexo, mis sábanas huelen a sexo. Todo huele a ti.

Noelia T. Blanco Cimadevilla

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11 comentarios en “Ganador “Erótica literatura” – Mi habitación huele a sexo”

  1. ¿De verdad este relato era el mejor? Pues no quiero saber cómo era el peor!
    Parece un “quiero y no puedo” ¿Por qué a veces parece que rima? No rima, ripia!!!

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