Llegó hasta la alcoba de bodas que le habían buscado a ella y su recién marido. Llegó incluso a quitarse el vestido de novia. Y no pudo más, se fue. Tras intentar, sin éxito, que sus padres entendieran que por mucho que la forzaran no iba a amar a un hombre, Song Sokun no pudo más que escapar. Ya lo había hecho antes. Song Sokun se enamoró a los 17 años de una chica con la que estuvo hasta que su familia descubrió la relación y decidieron fugarse. 7 años tárdó entonces la familia en encontrarla, en un pequeño pueblo en la frontera con Tailandia. Fue entonces cuando concertaron una boda con un vecino en cuestión de días, durante los cuales Song Sokun estuvo encerrada bajo llave. “Intenté suicidarme tomando medicamentos y mis padres me llevaron a un médico para ver qué me pasaba. Pensaban que estaba enferma”, relata Sokun.
Camboya, un país del sudeste asiático donde la religión no condena directamente las religiones homosexuales, y tampoco la ley, padece sin embargo de una mezcla entre intolerancia y machismo que relega a las mujeres lesbianas a elegir entre castigo o invisibilidad. “Las relaciones entre lesbianas son especialmente incomprensibles para la sociedad camboyana, lo que puede llevar a situaciones en las que los miembros de la familia utilizan métodos dramáticos para intentar romper las relaciones del mismo sexo”, según el Centro Camboyano por los Derechos Humanos.
Pero hay esperanza. Organizaciones como CamASEAN, que luchan por los derechos de la población LGTB, están denunciando sin descanso casos de secuestro, bodas concertadas a la fuerza e incluso de mujeres medicadas y drogadas contra su voluntad. Para la protagonista de nuestra segunda historia, Yun, la aceptación social en el pueblo llegó poco a poco gracias a la ayuda durante las últimas décadas de varias organizaciones no gubernamentales, como RoCK o CamASEAN, que han empezado a sensibilizar a la población en las localidades donde hay parejas con problemas con sus familias o vecinos. El alcalde del pueblo las reconoció como familia.
También Sokun, que está a punto de casarse con Sreylek, -algunas autoridades locales permiten la unión civil entre personas del mismo sexo- pudo reconciliarse con su familia a través de la psicoeducación que estas organizaciones ejercieron sobre ellos. Eso sí, tras años de repudio. “
Camboya lucha ahora por que se acepte el matrimonio igualitario. Confiamos en que sea pronto, aunque para muchas personas llegue tarde.
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por lo menos las camboyanas tuvieron ya su final feliz pero en mi historia de amor después de 5 a y casi 5 m y oibstaculos x medio todavía esta x escribir su f feliz de una h de a verdadera correspondida .