Ayer nos despertábamos tan fuertes como cada mañana. Que fuese el Día Internacional de la Mujer no cambiaba nuestra rutina. Unas a las 6 de la mañana, otras más tarde, pero todas con el objetivo de comernos el mundo. Trabajo, familia, hogar, siempre tanto que hacer. Levantarnos, trabajar en casa o fuera de ella, e incluso las dos cosas. Además de disfrutar de nosotras mismas, de querernos y mimarnos mucho.
Fuertes como hoy, que amanecemos con la resaca y la inyección de fuerza y esperanza tras haber gritado ayer junto a miles de mujeres en la manifestación de Madrid, con motivo del Día Internacional de la Mujer. La manifestación estaba convocada a las siete de la tarde de ayer. Hacía un día primaveral de sol y temperaturas por encima de los 20 grados. Una terracita, unas amigas, unas espumosas cervezas al sol y listas para ir a la manifestación.
En el ambiente se respiraba feminismo, se empezaban a ver los primeros grupos con pancartas y con adornos violetas, el color del feminismo. La brisa primaveral, los rayos de sol, la presencia en su mayoría de mujeres, el motivo, las ganas de reivindicar, la fuerza para lograrlo, todo era idóneo para celebrar que no estamos solas, que juntas somos más fuertes y que no tenemos miedo.
Ayer se celebró en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. Se celebró la maravilla que supone ser mujer. Pero celebración no es la palabra, ayer se luchaba, como cada día, pero ayer chillábamos más fuerte. Para que el mundo nos oiga, para que ese movimiento que empezó en 1975 no cese en su empeño por conseguir lo que tanto esta tardando en llegar, la igualdad. Por nuestro derecho a decidir libremente nuestra maternidad, contra la violencia de género, contra la discriminación, el acoso y la brecha salarial.
Más de 55 países salían a sus calles en el Día Internacional de la Mujer. Y millones de mujeres las que pisaban fuerte el asfalto para que se escuchara que no somos el sexo débil, que no merecemos un sueldo inferior al del hombre, que solas podemos con todo y que una figura masculina no nos hace más fuertes. En el Día Internacional de la Mujer fueron millones de mujeres las protagonistas del cambio, como lo fueron en 1975 aquellas primeras valientes que reclamaban sus derechos laborales. Lamentablemente un siglo después falta mucho por hacer.
En Madrid, el ambiente era increíble. La plaza de Cibeles con la Diosa custodiando su fuente, vestida para la ocasión, de violeta, y como telón de fondo, el Banco de España, igual de elegante para la ocasión. El violeta predominaba en Madrid, globos, camisetas, pancartas, queríamos que se nos viera desde todas las partes del mundo, dejar ciegos con nuestros colores y sordos con nuestros gritos a los machistas. “Madrid será la tumba del machismo”, “La noche y la calle también son nuestras”, “No son víctimas son asesinatos”, “Ni una menos, vivas nos queremos”, eran algunos de los lemas que repetíamos alto y fuerte una y otra vez.
Salimos a la calle, gritamos, cantamos, bailamos, saltamos, y disfrutamos de nuestra libertad de manifestación y de vivir. Vivir porque la vida es un regalo y ser mujer es el envoltorio más bonito. Que nada ni nadie te haga creer que eres menos por el hecho de ser mujer. No te quedes sentada, corre, grita y reclama tus derechos, los nuestros, los mismos que deberíamos tener todas las personas, hombres y mujeres. Ayer 8 de marzo, hoy y todos los días disfruta del placer de ser mujer.