Carol Ann Duffy, Txus García y Mía Gallegos

Este mes os invitamos a leer poemas de Carol Ann Duffy, Txus García y Mía Gallegos.

Carol Ann Duffy
Carol Ann Duffy

Palabras, noche amplia
por Carol Ann Duffy

En alguna parte del otro lado de esta amplia noche
y de la distancia entre nosotras, estoy pensando en ti.
La habitación lentamente se va alejando de la luna.
Esto es placentero. O ¿debería tachar eso y decir
que es triste? En un tiempo verbal canto
una imposible canción de deseo que no puedes oír.
La lala la. ¿Ves? Cierro los ojos y me imagino las oscuras
colinas que debería cruzar
para alcanzarte. Porque estoy enamorada de ti
y así es como parece o como se parece en palabras.

Words, Wide Night
Somewhere on the other side of this wide night
and the distance between us, I am thinking of you.
The room is turning slowly away from the moon.
This is pleasurable. Or shall I cross that out and say
it is sad? In one of the tenses I’m singing
an impossible song of desire that you cannot hear.
La lala la. See? I close my eyes and imagine the dark hills I would
have to cross
to reach you. For I am in love with you
and this is what it is like or what it is like in words.

Arte práctico de hacerse interesante al bello sexo
por Txus García

A ver,
pues se trata de ser muy, muy precavida
y esconderle
cualquier deseo banal.
Nadie dijo que fuera fácil
atraer a las damas.

Es como ir besando el doble filo
todo el rato,
tratando de pasar por tu corazón
de puntillas,
sin herirte
ni exigirte,
ni clavarte las espuelas,
sutil todo
–como quien no quiere la cosa–
ahora un detalle,
ahora un roce,
ahora un beso,
e intentando estar siempre
por casualidad a tu lado,
allí,
sin que se me note,
pero en el momento justo.
Entonces,
un, dos, tres … ¡splash!
Ya me tienes ahí
y vas
y me quieres,
por pesada,
por torpe
y por tierna.

 

 

Coreografía
por Mía Gallegos

Para mí amigo Carlos Cortés Caro

En fin,
que no he vivido nada.
No sé qué cosa es una guerra
y tengo como prisión al cuerpo
y alma como campo de batalla.

Me debato entre la duda
de reflexionar o fluir;
esto es situarse en el palco de los espectadores,
o estar
en cada íntimo instante del milagro.

Vivo de pedacitos,
pero aspiro a la totalidad,
es decir a Mozart y al poema que me redima
y me revele los espacios absolutos
y la nada.

Percibo de mí
los sitios más secretos:
la culpa,
una tercera conciencia de las cosas,
la dualidad del pensamiento,
la ira pequeña
por lo que ya ocurrió.
Pero he vivido poco. Treinta años.
Dos amores de piel
y un querer abandonar
esta espera que me señala la vida.

Anhelo la anarquía,
el más tierno desorden del amor,
la cábala
los relojes de arena y una habitación sencilla.

Quiero tener un destino trazado de antemano,
encontrarme con Dios
y los abismos
y no tener conciencia de la llama.
Ser la llama misma y la aventura.

Pero vengo de soledades últimas,
de conversaciones que nunca concluyeron,
de espejos que me miraron desde la infancia hasta ahora,
de abandonados armarios de caoba que fueron
de tías o de abuelas remotísimas.

Cuán poco he vivido.
No conozco la guerra. Y tampoco la paz.
Me duele la orfandad,
el desarraigo,
el sentirme extranjera en cualquier sitio,
el no pertenecer
a una familia o a una patria.
No puedo narrar una batalla;
ni hablar del hambre y de la peste,
ni escribir la canción de algún soldado herido,
ni hablar de mujer violada,
ni decir cómo es un cementerio después de una llovizna.

Pero anhelo decir en el poema
que la vida me conmueve,
que respiro mejor cuando me entrego,
que necesito amar de la manera más simple y primitiva.
Me gusta la paz y la defiendo
y la guerra cuando es justa,
y el sabor de las mandarinas cuando llega el verano,
que me gusta ser una y arraigarme en el cosmos,
y sentir que mi vida palpita al mismo tiempo que la vida,
aunque no haya vivido,
aunque mi hambre sea de infinito,
aunque no sepa expresar
que por alguna razón precisa estoy aquí,
a punto de vencer,
a punto de morir,
de vivir.

 

 

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