Cuando el Parlamento británico quiso prohibir el lesbianismo (y se asustó de su propio invento)

El 26 de abril celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica. Y nada mejor que estas historias para entender cómo y por qué estamos aquí. En 1921, en plena resaca de la Primera Guerra Mundial, con el país enfrentando desempleo, sequías y tensiones políticas, el Parlamento británico decidió que era el momento perfecto para abordar un “problema” urgente: las lesbianas.​

Desde 1885, Reino Unido había penalizado la “indecencia grave” entre hombres, una ley que llevó a la condena de figuras tan emblemáticas como Oscar Wilde. Sin embargo, nosotras, las mujeres que amamos a otras mujeres, no estábamos contempladas en esta legislación. Nuestras “cositas” no se considieraban tan reales o tan “indecentes”. En 1921, algunos parlamentarios propusieron enmendar la ley para incluir actos de “indecencia grave” entre mujeres, buscando así criminalizar el lesbianismo.

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El proyecto de ley llegó a la Cámara de los Lores, donde, sorprendentemente, fue rechazado. ¿La razón? Algo absolutamente inimaginable. Algunos lores temían que al legislar sobre el lesbianismo, estarían dando ideas a mujeres que, según ellos, ni siquiera sabían de su existencia. El conde de Malmesbury expresó su preocupación de que al discutir públicamente el tema, se podría “aumentar el número de lesbianas”, ya que mujeres “débiles de mente” podrían sentirse atraídas por esta “nueva moda”.​

El conde de Desart añadió que la mayoría de las mujeres británicas “nunca habían oído hablar de estas prácticas” y que hacerlas públicas sería un “gran peligro público”. En resumen, preferían no hablar del tema, con la esperanza de que, al ignorarlo, desapareciera.​

Gracias a estos argumentos basados en el miedo y la ignorancia, el intento de criminalizar el lesbianismo fue abandonado. Aunque las razones eran absurdas y profundamente misóginas, el resultado fue que las mujeres que amaban a otras mujeres no fueron perseguidas legalmente de la misma manera que los hombres homosexuales.​

Esta historia nos recuerda cómo el desconocimiento y el miedo han influido en las decisiones legales que afectan a nuestras vidas. Aunque el lesbianismo nunca fue ilegal en el Reino Unido, las actitudes sociales y legales han sido, y en muchos casos siguen siendo, un reflejo de prejuicios y estigmas.​

Hoy, al recordar este episodio, celebramos la resiliencia de las mujeres lesbianas a lo largo de la historia a pesar de los intentos de invisibilizarlas. Y nos reímos, con cierta ironía, de cómo el miedo de unos pocos pudo, sin quererlo, proteger la libertad de muchas.​ Porque sí, señores Lores, en algo estamos de acuerdo: a mayor visibilidad lésbica, más ganas tienen las mujeres de habitar esta acera.

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