“Tengo 36 años y vivo en Madrid. Desde hace 4 años tengo una relación maravillosa con una mujer de la que me siento incluso más enamorada que al comienzo. Nos entendemos bien, lo pasamos bien juntas, tenemos una vida sexual muy completa. Es perfecta para mi.
Pero ahora viene el problema. Siempre he querido ser madre. Me chiflan los niños. Soy la típica persona que se acerca a los bebés y que se entretiene con los niños de otros. Pero así como estoy segura de que quiero niños, mi chica está segura de que no los quiere.
He sugerido la opción de ser madre soltera pero siguiendo en pareja con ella y ella no lo ve viable. ¿Qué debería hacer? ¿Conformarme y seguir con mi chica? ¿Cortar y buscar embarazarme? Estoy bloqueada porque las dos decisiones me parecen muy dolorosas”.
La vida en pareja conlleva tomar decisiones, a veces ceder, llegar a acuerdos, otras ganar y otras perder. Qué serie vemos, qué cenamos hoy, compramos un nuevo sofá o mantenemos el que ya tenemos, ¿adoptamos otro gato?
Pero hay otras disyuntivas mucho más complejas ya que pueden cambiar el rumbo de una relación. Como esta: “Quiero ser madre”. Y la respuesta: “Yo no”.
¿Qué haces cuando la mujer de tu vida, la persona con la que eres feliz, con la que compartes un amor sólido y un sexo increíble, no comparte tu mayor sueño? Eso es justo lo que le pasa a nuestra protagonista de hoy, que a sus 36 años está en una encrucijada dolorosa.
En una situación así, el primer impulso puede ser buscar un punto medio, una solución intermedia, como lo ha intentado nuestra amiga: “¿Y si soy madre soltera pero seguimos juntas?” Pero para su novia, eso tampoco es viable. Así que aquí llega la gran pregunta: ¿Debes renunciar a tu deseo de ser madre por amor o debes renunciar al amor para cumplir tu deseo?
Reflexionemos juntas: ¿Cómo tomar una decisión tan difícil?
- Piensa en el futuro: Si decides quedarte con tu pareja, ¿cómo te sentirás dentro de 5 o 10 años sabiendo que nunca serás madre? ¿Podrás vivir con ello sin resentimientos? Si decides irte, ¿cómo te sentirás sin ella?
- Habla, habla y habla: A veces, los “no” pueden matizarse con el tiempo. ¿Qué es lo que realmente le asusta a tu pareja? ¿Es un “no rotundo” o un “no por ahora”? Quizá haya espacio para negociaciones, pero también debes respetar si su negativa es definitiva.
- No busques soluciones a medias que no te harán feliz: Hay quienes aceptan no tener hijos para no perder a su pareja… y luego, con los años, la frustración y la tristeza terminan en una ruptura inevitable. También hay quienes se aventuran a la maternidad en solitario esperando que la pareja se adapte, y eso puede traer conflictos y distancias difíciles de superar.
- Prioriza tu felicidad a largo plazo: Pregúntate: ¿qué es lo que realmente te hará sentir plena? No hay respuestas fáciles, pero si algo es seguro es que no deberías vivir tu vida con una renuncia que pese como una losa sobre tu corazón.
¿Entonces, qué hacer?
Cada historia de amor es diferente, pero hay algo que todas comparten: la necesidad de sinceridad y respeto mutuo. Puede que el amor no siempre sea suficiente cuando los proyectos de vida no son compatibles, y está bien. Porque si el deseo de ser madre es tan fuerte como el amor que sientes por tu chica, tal vez lo más amoroso que puedas hacer por ambas es permitir que cada una busque la felicidad que realmente quiere.
Las decisiones difíciles duelen, pero también nos acercan a la vida que realmente queremos vivir. Y recuerda: ser feliz, en pareja o en solitario, siempre debe ser la prioridad.