Podría parecer el escenario menos probable para encontrar el amor. Y, sin embargo, fue allí —en un pequeño hospital de Delhi (India)— donde Charlotte Phillips dio con algo mucho más grande que el dolor de ver a su madre enferma: encontró a su compañera de vida. “Llevaba mucho tiempo soltera, y mi madre estaba muy enferma, así que no estaba en absoluto en un estado mental para conocer a nadie”, le dice Charlotte a CNN Travel, citando aquella etapa en la que había viajado desde el sur de Inglaterra junto a su madre, Janet Phillips, ingresada para un tratamiento como última opción por una enfermedad neurodegenerativa.
Era 2009. Charlotte tenía veintitantos años, trabajaba editando tráileres de películas y, a la vez, cuidaba de su madre. Nunca imaginó que, tan lejos de casa, su vida daría un giro improbable. Durante la estancia hospitalaria, Janet entabló amistad con otra paciente estadounidense, Amy B. Scher, que estaba en India por un tratamiento. Fue Janet quien le decía a Charlotte: “Tienes que conocer a mi hija”. Charlotte, abiertamente lesbiana lo escuchó sin tomárselo demasiado en serio.
Y entonces, andando por el pasillo hacia la sala de fisioterapia, Charlotte entró y vio a Amy. “Recuerdo que irradiaba una luz muy fuerte, y todo lo que podía ver era su cabello rubio rizado y su gran sonrisa”, dice Charlotte. “Al instante, fue como si nos conociéramos desde hacía mucho tiempo. Simplemente conectamos al instante.”
Amy, por su parte, no estaba buscando al amor. “No estaba buscando ni esperando conocer a nadie, especialmente en un hospital en la India,” confiesa, que además hasta ese momento pensaba que era heterosexual. Nunca había estado con una mujer. Pero algo cambió. Tras aquella primera conversación, salieron a cenar, pasearon por Nueva Delhi, intercambiaron correos electrónicos durante una escala interminable. “Recuerdo que le enviaba un correo electrónico y luego me quedaba refrescando mi cuenta de email… esos eran los días en los que tenías que actualizar 100 veces para ver si llegaba el correo electrónico”, cuenta Amy, que no entendía que le sucedía. Como siendo una mujer tan independiente ahora sentía una gran necesidad de ver y estar con Charlotte.

Compartieron aventuras, risas y confidencias: Charlotte habló del miedo al deterioro de su madre; Amy habló de sus propias luchas de salud y del padre que había vivido con depresión. “Creo que también fue como: esto es algo realmente divertido, liviano y asombroso que está sucediendo en nuestras vidas en medio de toda esta oscuridad”, afirma Charlotte. Pero después de los tratamientos ambas volvieron a sus respectivos hogares, separados por 8 mil kilómetros.
En plena montaña rusa emocional, en medio de los correos y videollamadas constantes… nació el “nosotros”. Cuando Amy propuso que se volvieran a ver, ellas eligieron Boston como punto de encuentro intermedio entre Londres y Los Ángeles. Como no tenían claro que pasaba reservaron dos habitaciones. “Pero luego, tan pronto como nos encontramos en el aeropuerto … nos tomamos de la mano”, recuerda Charlotte. Aquella noche se besaron por primera vez. “Se sentía —dice Amy— ‘como si todo fuera como se suponía que debía ser’”.
Llevaron la distancia lo mejor que pudieron. Con amor, paciencia y evitando caer en las trampas de discusiones absurdas. En octubre de 2011 se casaron en Massachusetts (uno de los pocos estados que entonces permitía el matrimonio igualitario). “No es por presumir, pero todos nuestros amigos y familiares dicen: ‘Dios mío, ustedes todavía están tan enamoradas como al principio’,” ríe Amy. Hoy viven en Nueva York, Charlotte sigue trabajando en la industria de trailers, Amy ha publicado varios libros. Dos almas que partieron de un hospital, millones de kilómetros de distancia y pocas expectativas, terminaron construyendo un hogar.
“Desde el principio vimos que éramos una muy buena pareja durante esos tiempos difíciles”, dice Charlotte. Porque sí: la madre de Charlotte falleció en 2010, y el padre de Amy se suicidó justo días antes de la boda. Momentos duros que, paradójicamente, reforzaron la relación. “Las relaciones pueden avanzar o romperse cuando los tiempos son difíciles”, reflexiona Charlotte.
Hoy, su vida juntas está llena de risas, viajes, complicidad, y también de trabajo compartido. Celebraron su 14.º aniversario, renovaron sus votos en París y siguen siendo conscientes del regalo que es haber coincidido. “Nuestra historia de amor es sorprendente. Me siento muy afortunada…Creo que es increíble que haya sucedido. Sigue siendo increíble. Amy es mi persona favorita en el mundo: ‘Oh, Dios mío, me casé con la mejor persona que he conocido, esto es una locura’. Estoy muy agradecida por eso,” afirma Charlotte. Y Amy añade: “Si te puedes enamorar en un hospital, es una relación real. Ella sigue siendo mi persona favorita para hacer cualquier cosa, en cualquier parte del mundo”.

Porque al final, si en el lugar menos esperado nació una conexión tan profunda, entonces todas las expectativas pueden romperse. Y lo mejor puede aparecer cuando menos lo buscas.