Carolyn Bertozzi nos tiene fascinadas. La nueva ganadora del Premio Nobel de Química es brillante, orgullosa y abiertamente lesbiana. Está casada y tiene hijos.
En una entrevista a El País, afirmó: “Que yo sepa, soy la única persona ganadora del Nobel que ha ido a la ceremonia con su pareja del mismo sexo. Ha habido otras personas abiertamente gais que han ganado el Nobel de Literatura o el de la Paz, pero no los de las categorías científicas. En ciencia, con seguridad he sido la primera. Y en la ceremonia nadie pestañeó ni se extrañó, fue totalmente normal llevar a mi pareja, la trataron como a cualquier otra pareja. Fue genial. Así que a los próximos galardonados homosexuales les puedo decir: “Adelante, llevaos a vuestras parejas”.
Tiene 56 años y nació en Boston. En su vida universitaria, en Stanford, pertenecía a una banda de rock, trabajaba como cajera y cortando el césped en casas. Ha inventado una nueva manera de ver el mundo celular y modificarlo. Y justamente se ha inspirado en su trabajo de adolescente.
“(Inventé) un cortacésped en miniatura para las células tumorales. Estamos en la primera fase del ensayo clínico, con dos docenas de pacientes con cáncer de páncreas, ovarios, colon, piel o pulmón. El objetivo ahora es averiguar qué dosis es segura”.
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Carolyn tiene una brillante carrera. A los 33 años se convirtió en la científica más joven en recibir el premio MacArthur Genius. En 2010 recibió el prestigioso galardón Lemelson MIT.
Y ahora es la octava mujer que se lleva el Nobel de Química. Los otros 181 han sido hombres.
Caroly contó a El País que ser mujer la ha perjudicado más en su campo que ser abiertamente lesbiana. “Hay lugares en el mundo en los que ser gay es un delito y está penalizado. Pero, en el mundo de la ciencia, yo diría que los sesgos inconscientes contra las mujeres fueron más difíciles para mí que los sesgos contra las personas homosexuales“.
“Los ganadores del Nobel normalmente viajan por todo el mundo, porque en todas partes quieren tenerlos dando charlas, pero hay casi 70 países que penalizan los actos sexuales entre personas adultas del mismo sexo. En algunos, como Arabia Saudí o Qatar, el castigo puede ser incluso la pena de muerte. En Qatar no merezco estar viva por ser lesbiana, aunque estoy convencida de que les encantará recibir mis fármacos contra el cáncer si enferman. No puedo ir, no es seguro para mí. Y no solo por mi seguridad: tengo hijos que dependen de mí y no puedo ir a lugares que no sean seguros.”.
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